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El gobernador de Guerrero, Rogelio Ortega, afirmó que logró regresar a la entidad a su cauce institucional, tras las crisis de Iguala, pero ahora el problema a enfrentar es el financiero.

Tras confirmar que la deuda es de alrededor de 5 mil millones de pesos, reiteró su petición para que asuma cuanto antes el gobernador electo, el priísta Héctor Astudillo, antes del 27 de octubre, para encarar la crisis económica.

“Yo en esta parte quiero ser responsable al pueblo de Guerrero y al pueblo de México... yo entré al gobierno de Guerrero convencido de poder darle un sentido institucional, creo que lo logré, ya que se logró la primera fase de la evaluación… si ya hay gobernador, que el gobernador electo que asuma su cargo y encare ésta crisis ... sí es urgente que Hacienda asuma éste problema… yo no soy un obsesivo del poder, yo quería expresar mi preocupación y la magnitud del problema financiero, es un acto de total responsabilidad lo que yo estoy haciendo, que es dar a conocer la crisis y la posible solución”.

La semana pasada advirtió ante el Congreso de la Unión que la crisis financiera los tiene en problemas. Afirmó que ya avisó a Astudillo. “Sería una irresponsabilidad no hacerlo. Además, es un asunto que debe ser planteado con los legisladores, el gabinete”, dijo.

En entrevista con EL UNIVERSAL, habló de las medidas de austeridad que implementó en su gobierno, como la petición de obtener un salario igual al que recibía como profesor en la Universidad Autónoma de Guerrero antes de ser nombrado gobernador. Aseguró que el Congreso le ofreció 146 mil pesos mensuales y él pidió ganar 86 mil pesos, salario que pidió reducir, al enterarse de la gravedad de la crisis, para recibir 40 mil pesos al mes, además implementó la depuración de la nómina con universitarios cercanos a él.

Sus planes al término de su mandato son regresar a la Universidad Autónoma de Guerrero como docente y anunció que montará una asociación civil como oficina de gestión para campesinos, defensora de los derechos humanos y que se dedique a impulsar políticas públicas.

La crisis de Guerrero es acumulada, dijo, y el año pasado era de 180 millones de pesos, aunque la suya es de 600 millones de pesos (enero febrero y marzo pasados), más laudos, pagos a proveedores, desvíos de recursos etiquetadossuman 5 mil millones

¿No teme que lo vayan a señalar por actos de corrupción? Ha habido señalamientos de que en casa del gobierno de Acapulco, tiene usted a 40 familiares que hacen fiestas y que fuman no precisamente tabaco.

— Yo he cuidado mucho esta parte de mi vida personal y mi entorno cercano para conducirnos con la debida austeridad, con mucho cuidado. En Casa Acapulco, que es donde elegimos que fuera el lugar de residencia del gobernador, el tema más sensible para mí es mi madre, que tiene 86 años. Soy hijo único y la responsabilidad de ella cae en mi familia. Su esposo sufre una hemiplejia, entones yo me encargo de ellos dos. Son las dos personas que viven en Casa Acapulco. Entonces no hay posibilidad de que haya 40 o 50 personas. No tomo ni aspirinas. Cuido y exijo mucho en mi entorno. Cuando le restriegan en la cara a uno sus verdades no queda más que agachar la cabeza o de manera cínica asumirlas, pero eso no es verdad. Incluso modifiqué mi dieta, dejé de comer carnes rojas y bajé 14 kilos en los primeros meses de gobierno, ahora, tras la elección, ya recuperé tres...

Vino la calma...

—Jajaja, hoy comienzo a pensar en mi ruta del día después. Podré regresar a la academia, no sólo como el teórico que supo combinar la teoría con la práctica. Regresaré a la Universidad a dar clases.

¿Es cierto que ser oposición y ser gobierno es como el cielo y el infierno, como decía Carlos Castillo Peraza?

—No, se padece mucho y cae uno en desesperación porque se quiere hacer más de lo que se puede, de lo que los recursos financieros permiten hacer.

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