La ciudad de Oaxaca está en pausa. La protesta magisterial ha impactado ya en la vida cotidiana. Las calles lucen semivacías. El ruido de los cláxones al mediodía disminuyó en las calles reducidas de la Verde Antequera.

El bullicio de las mañanas en las escuelas no es tal, los niños oaxaqueños llevan tres días sin clases y no tienen la certeza de qué pasará con el ciclo escolar.

El crucero del estadio de beisbol, el de la gasolinera de Fonapas, el que va al cerro del Fortín se puede transitar con calma. Los trabajadores de la Ciudad Judicial y Administrativa que no tienen vehículo particular se ven contrariados para conseguir un taxi colectivo, que llenan el cupo más rápido porque muchos han optado por usar este servicio.

Tampoco hay gasolina en los puntos de venta cercanos a la ciudad. “No hay jefecito, a ver cuándo se quitan los maestros”, responden los despachadores que acuden para no perder su día.

El bloqueo en la terminal de abastecimiento de Petróleos Mexicanos en Santa María El Tule y las acciones de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) están causando efecto: inmovilizar a la sociedad.

Algunos comercios cierran temprano, no hay ventas. Ni siquiera el centro de la ciudad presenta su habitual movimiento. Aunque algunos comensales volvieron a ocupar las mesas en los portales, de los que se habían alejado por la ocupación de los ambulantes, la gente es poca.

Pero ayer sí hubo actividades de campaña. Algunos candidatos, ajenos a lo que acontece, hicieron sus cierres y convocaron a sus seguidores para acudir a las urnas el próximo 7 de junio, sin tener la certeza de que esto vaya a ocurrir. La incertidumbre es expresión cotidiana entre la gente común. ¿Qué va a pasar? Nadie lo sabe.

El vacío en las calles es el reflejo mismo del que se percibe del gobierno. Indigna el vacío de autoridad. En Oaxaca no hay gobierno para atender el reclamo social de volver a clases y que cesen las protestas violentas del magisterio. Quien gobierna es el magisterio. La Sección 22 en el estado de Oaxaca decide el tránsito de las personas, irrumpe en el aeropuerto internacional y cancela las actividades sin que nadie diga nada. Bloquea calles. Exige. Manda. Ordena.

En la ciudad de Oaxaca llueve. Tome sus precauciones, recomiendan autoridades. Pero de las acciones del magisterio nadie advierte, ni previene a la sociedad. La gente se resguarda, la ciudad duerme. Mañana o pasado, algún día, volverá la normalidad.

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