Las primeras planas de la semana pasada fueron dominadas por un tema, los huachicoleros, y solo pudieron ser desplazadas por una consecuencia del mismo tema.

Por medios sociales circuló un video donde se puede apreciar el intercambio de disparos entre presuntos delincuentes y miembros del Ejército mexicano, con escenas donde son abatidos tanto militares como civiles del bando contrario.

Hubiera bastado con esto para que el video fuera viral y comentado, pero lo que lo ha convertido en un perfecto detonador de la polarización y del debate político es una escena donde un militar parece descargar su arma hiriendo a una persona que se encuentra tirada en el piso. ¿Cuál es el fallo del inapelable jurado de los medios sociales?, pues aún se encuentra debatiendo.

Palmarito ha sido tendencia recurrente en medios sociales, siendo mencionado en más de 120 mil ocasiones. El tema de los huachicoleros, 300 mil ocasiones. “Militares Ejecutan” fue tendencia con más de 50 mil menciones. Inicialmente el 82% de las menciones de Palmarito tienen una connotación negativa, 42% reprobando la presunta ejecución pero un 10% de menciones aprobando las ejecuciones sumarias como método para acabar con la delincuencia. Hasta aquí parece que impera la corrección política y el respeto a los Derechos Humanos en la conversación, pero no es así.

Los políticos han hecho su parte para mantener el clima, @EPN pidió una investigación del caso y deslindar responsabilidades. La @SEDENAmx, puso en duda los hechos y pidió verificar la autenticidad del video filtrado en redes sociales. @CNDH, tuiteó: “CNDH reprueba violencia en #Palmarito y analiza videos de enfrentamiento entre civiles y militares. Esto y más en #CNDHNoticias”.

Pero súbitamente empiezan a surgir publicaciones de políticos convertidos en fiscales y defensores de oficio, tratando de imponer su posición ideológica y capitalizar la animadversión que generan tanto las acciones del crimen organizado como la escena de un militar dando el tiro de gracia a un civil sometido.

Por ejemplo, mientras López Obrador hablaba de campesinos asesinados por el ejercito, el gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, lo increpaba acusándolo de defender al crimen organizado y denostar a las instituciones. Nunca había entendido el afán de @YoConYunes de atacar a Andrés Manuel. Los comentarios son en su mayoría negativos, hasta que vimos análisis de otras métricas. Para nadie es secreto que quien habla mal de AMLO es inmediatamente castigado con comentarios negativos, insultos y amenazas, el numero depende evidentemente de la influencia de la cuenta. No son bots, no son cuentas falsas, son ciudadanos que convencidos por el carisma y palabras del tabasqueño, con los que debatir esto sería inútil. Ahora, los ataques a López Obrador tienen su recompensa, y ésta viene en forma de un apoyo silencioso, inhibido probablemente por la estridencia de los simpatizantes de Morena. Las publicaciones de Miguel Ángel Yunes donde se ataca al tabasqueño son las que mayor crecimiento de seguidores le brindan en su página, en algunas hasta en un 1% del alcance de la misma, lo cual es un número totalmente fuera de lo ordinario. Y es notorio el incremento de interacciones en otras publicaciones que no tienen nada que ver con el tema, muchas de ellas vienen de los seguidores que ganó durante sus confrontaciones o invitaciones a debatir.

Podemos entonces entender que mientras el apoyo a Obrador viene en forma de comentarios y agresiones, la empatía con sus adversarios se representa en un apoyo más discreto, diría un colega, “que no se ve pero se siente”.

En breve, el tema de Palmarito y el accionar del Ejército tristemente sólo ha sido el pretexto para la polarización y enfrentamiento entre políticos, algunos recibiendo un ruidoso y ciego apoyo y otros creciendo en un segmento reservado y callado, pero que al final, si se logra encontrar el detonador adecuado, se hará presente en las urnas.

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