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El gobierno mexicano es incapaz de proteger a los connacionales en Estados Unidos y tampoco se ve que ponga interés en resolver la problemática de la repatriación, afirma la presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Gabriela Cuevas Barrón (PAN).

Y más: “¿Dónde está el tema migratorio en el contacto con Washington? Se dijo que se iban a subir todos los temas a la mesa y éste, en el que se deben discutir violaciones a los derechos humanos, no está.

“No más veo declaraciones sobre el Tratado de Libre Comercio, y de la idea de que juntos, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y el Senado, en la actual coyuntura determinada por las acciones de Donald Trump [presidente de Estados Unidos]” hacia México, acordarían una política exterior de Estado. La legisladora dice que al respecto “estamos en veremos”.

Propone vetar en asignación de contratos a empresas que construyan el muro fronterizo: “Es el dinero de los mexicanos y se debe aplicar a los intereses del país, no de los empresarios que deciden jugársela con Trump”.

Sostiene que “la construcción de ese muro es una afrenta a México; nos recuerda a quienes mueren en esos muros y hay que tener conciencia de lo que significa en términos humanos”.

Afirma que los mexicanos “tenemos que aprender que primero están los intereses nacionales y luego los de cualquier empresa o particular. Así, apostamos nosotros o nadie va a hacerlo en nuestro lugar”.

Sobre un gran mapamundi verde, Cuevas Barrón pone pegotes con anotaciones para su trabajo personal en el planeta. Desde la elección de Donald Trump, su responsabilidad al frente de la Comisión de Relaciones Exteriores —de la que se ramifican otros siete órganos— tiene una prioridad única: los mexicanos en Estados Unidos.

¿En qué términos se encuentra la política exterior de Estado que la Cancillería y el Senado se propusieron trazar? ¿Será posible o fue sólo discurso?

—Estamos en veremos. Mucho de esta combinación entre la Secretaría de Relaciones Exteriores y el Senado se ha dado a través de la Junta de Coordinación Política [Jucopo]. Apenas en la última reunión fui invitada, y también la presidenta de América del Norte [Marcela Guerra].

Ya es tiempo de que el tema regrese a las comisiones, donde el trabajo se debe llevar a cabo y podamos tener análisis puntuales con el Ejecutivo y otras instancias. La política exterior no es sólo política gubernamental. Se debe construir con más sectores.

¿No se ve el aterrizaje de planteamientos de defensa de derechos de los migrantes?

—Hay que decirlo, para este gobierno el tema de migración cobró sentido cuando se volvió tema famoso por Donald Trump, cuya presidencia utiliza el mismo mecanismo de deportación de Barack Obama y las cifras parecen ligeramente menores de personas deportadas, pero las violaciones a los derechos humanos son las mismas, porque a este gobierno no le ha importado.

Urge entender que si no se sube el tema de migración a la mesa [de discusiones con Washington] no va a salir de parte de Donald Trump cambiar estas prácticas claramente violatorias de derechos humanos. Se anunció que iban a subir todos los temas, ¿dónde está el migratorio?

¿Es una derrota automática del gobierno de México?

—No sólo es derrota automática, sino más grave. La labor más importante de un Estado, es proteger a sus ciudadanos. ¿Si el gobierno de la República es incapaz de proteger a los connacionales, entonces de qué será capaz?

¿Los consulados darán protección parcial a los mexicanos?

—Hay unos consulados muy buenos, exitosos, con extraordinarios resultados y otros con claros tintes políticos que son muy difíciles de explicar.

Pero del lado mexicano está el Instituto Nacional de Migración (INM), los gobiernos estatales que dicen: “Estoy totalmente desbordado, no tengo la capacidad necesaria”, y los municipios que piden ayuda, pero lo que no se ve es el interés por resolver el problema.

La chamba más importante la siguen haciendo los albergues, las organizaciones no gubernamentales. La labor de los gobiernos parece rebasada y no le han dado la prioridad o la importancia que realmente amerita.

¿Tenemos brotes de crisis humanitarias en la frontera? ¿La autoridad es omisa, teme a Estados Unidos?

—No sé si sea por Estados Unidos, pero me queda claro que no se le ha dado a los derechos humanos la prioridad que deben tener en la agenda bilateral. Esto sucedió desde los casos del fallo Avena [más de 50 mexicanos sentenciados a muerte sin el debido proceso], ha sucedido con las decenas de personas de origen mexicano que han muerto a manos de abusos policiacos o de la Patrulla Fronteriza.

Y ha sucedido en muchos temas en toda la agenda de derechos humanos en la que parece que este gobierno no ve como una prioridad.

México exige mediáticamente; no se puede decir que exija en la mesa esta parte de no deportaciones, velar por derechos humanos. En la mesa real de negociaciones no vemos avances.

¿Y en el sur?

—En la frontera sur somos los reyes de las deportaciones de más centroamericanos que los que regresa Estados Unidos en los últimos dos años. México necesita ser congruente.

Para proteger los derechos de los deportados se necesitan recursos, infraestructura y personal, ¿al gobierno ya le ganó el tiempo?

—Para eso es importante la parte logística; no es si vienen a medianoche, de día o coordinado con las autoridades de los estados. ¿Van a regresar esas familias a sus comunidades? ¿En qué escuela van a meter a sus hijos? ¿Dónde van a vivir, muchos de ellos con más de dos décadas fuera? ¿Con qué empleo? ¿A qué estados los van a deportar? ¿Quién los va a recibir?

Insisto, los héroes de esta historia están en la operación de los albergues y los refugios de la sociedad civil.

¿El país no tiene respuesta para millones de deportados?

—Necesitamos tenerla. Desde el Senado hemos presentado exhortos, estamos atentos a las necesidades de varios estados. Llamo a las secretarías de Relaciones Exteriores y de Gobernación a que sean articuladoras de esfuerzos con la Conago para allegar recursos a los mexicanos en retorno. Hay esfuerzos, pero no son suficientes, lo vemos en las quejas, en las preocupaciones de los connacionales.

¿Cuántos de los 50 consulados están ocupados por políticos sin idea de qué hacer?

—No tengo el dato preciso, pero es un porcentaje más alto que el deseable. Yo no estoy en contra de los nombramientos políticos. El problema es cuando llegan personas con un nombramiento que parece más de compadrazgo que por trayectoria o conocimiento de apoyar a los connacionales en estos momentos que tanto se necesita.

¿Qué requiere el Senado para estar a la altura?

—Que se revisen las iniciativas en materia migratoria. Valorar que el INM no dependa de la Segob, revisar el papel de las policías en temas migratorios y recorrer los consulados.

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