Los Ángeles

Mientras que las autoridades de Los Ángeles, en California, y otras ciudades importantes de Estados Unidos, investigan la mecánica que utilizan los miembros de la llamada Mara Salvatrucha para reclutar a los menores que llegan solos desde Centroamérica a territorio estadounidense, un contacto obtenido por EL UNIVERSAL — un pandillero activo al que llamaremos “Héctor”— relató que varios de esos menores son trasladados de El Salvador, Honduras y Guatemala ex profeso para unirse a sus filas.

“Nosotros costeamos sus traslados desde allá, les pagamos a los coyotes —traficantes de personas— para que los traigan hasta Los Ángeles y de aquí los distribuimos a otras partes si es necesario”, aseguró “Héctor”, quien explicó: “Contratamos mujeres para que los recojan de los albergues y nos los entreguen, muchas veces se reciben los papeles de ellos [los menores] porque las mamás los mandan, les pagamos también, y así es más fácil”.

Para la Mara Salvatrucha “estos niños son como la sangre nueva”, dijo “Héctor”. “Son sólo hombres, no traemos mujeres porque a ellas las reclutamos aquí mismo”, comentó sin remordimiento o vergüenza de alguna naturaleza; “las usamos temporalmente a algunas, a otras las obligamos a quedarse o ellas se quedan por gusto”, confiesa sin reparo.

Las niñas literalmente son secuestradas, son usadas para prostituirlas, cobrar extorsiones o poseerlas como parejas. “Ayudan a obtener ingresos”, indicó “Héctor” y señaló que “es más fácil hacer algunas cosas a través de ellas y además son muy obedientes. A esas [las que obedecen] no les va tan mal, a algunas hasta les va bien”.

De acuerdo con cifras del Departamento de Aduanas e Inmigración de Estados Unidos, tan sólo en 2014 llegaron a la frontera norte de México cerca de 70 mil centroamericanos, la gran mayoría menores de edad solos o acompañados de una mujer.

“Este fenómeno inició en 2010, con la llegada de alrededor de 30 mil centroamericanos de las mismas características y año tras año se fue incrementando hasta llegar a ese 2014, calificado por la administración Obama como una crisis humanitaria”, recordó Alex Gálvez, abogado especialista en inmigración; sin embargo, “ya no se menciona tanto ni siquiera en los medios de comunicación, pero la realidad es que siguen llegando”, aseguró el especialista.

Sobre las declaraciones de “Héctor”, las autoridades han comentado que están investigando esa situación. “La verdad la policía no puede hacer nada”, dijo el contacto, ya que ni ellos ni “los que se creen especialistas en pandillas saben nada sobre nosotros, ni cómo pensamos.

“Siempre andan dando recomendaciones y buscando cómo llegar a nosotros para que dejemos las calles. No saben lo que nos pasa ni por qué estamos en esto; no le tenemos miedo a nada”, aseguró “Héctor”.

Agregó que “los niños que llegan desde allá [Centroamérica] llegan curtidos por ese viaje tan largo y cargado de cosas tan feas; así que ni siquiera sienten miedo cuando están con nosotros, se adaptan fácil”.

La Mara Salvatrucha o MS-13 nació en la década de los ochenta en las ciudades estadounidenses a donde llegaron refugiados de los países de Centroamérica que vivieron la guerra civil de esa época. Fueron familias de asilados que llegaron a las áreas más pobres de Los Ángeles, Chicago, Nueva York, Houston y Washington, sólo por mencionar algunas ciudades.

Los adolescentes y niños que crecieron en medio de un ambiente de amargura, pobreza, abandono, violencia y narcotráfico comenzaron a organizarse en las calles y a crear sus propias reglas y a aplicarlas en lo que consideraron desde entonces su barrio.

Salvatrucha, según explicó “Héctor” proviene de Salvador, Sal; y trucha, de estar alerta, atento, estar pendiente de cualquier cosa.

Sin embargo, hay ejemplos también de hombres que crecieron en el mismo barrio, en el este de Los Ángeles y nunca se inmiscuyeron con la pandilla. Es el caso de José Luis C., quien llegó de El Salvador siendo un niño y contó que “gracias al carácter y cuidado permanente de mi mamá, nunca le hice caso a mis amigos que me decían que me uniera y que me iba a ir muy bien porque iba a tener dinero, mujeres y hasta una pistola para mí solito”.

Ahora, José Luis es un productor de televisión, esposo y padre de familia.

“Por supuesto, yo ya no vivo en el este de Los Ángeles desde hace mucho, pero fue ahí donde crecí y donde tuve la opción de caer en las garras de la Salvatrucha”, relató. Sobre el hecho de que la mara está patrocinando a menores, pagando a coyotes para que los traigan de Centroamérica y se integren a su grupo, José Luis C. señaló: “Tengo conocidos con los que crecí y he escuchado comentarios al respecto; no lo dudo, tienen las conexiones, el dinero y la manera de hacerlo, seguramente sí lo están haciendo”.

Para “Héctor” en la MS-13, y las maras en general, “sólo cuenta nuestra ley, lo que nosotros decimos; lo demás —el mundo con leyes y normas— simplemente existe para los otros que no viven así; esto se trata de ir por lo que uno quiere y tratar de sobrevivir o que no te agarre [la policía]”.

La Mara Salvatrucha está integrada por aproximadamente 6 mil miembros en todo Estados Unidos, de acuerdo con el Buró Federal de Investigaciones (FBI). Calculan que entre El Salvador, Honduras, Guatemala y México suman alrededor de 30 mil pandilleros.

En tanto, comenta el abogado Gálvez que a la frontera norte de México siguen llegando miles y miles de menores solos, “sin que nadie se pregunte a ciencia cierta dónde van a terminar”,

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