La Asamblea Nacional Constituyente (ANC) que Nicolás Maduro busca instalar no ayudará a resolver la profunda crisis política, económica y social que vive Venezuela. Si acaso, servirá para “ganar tiempo, evitar elecciones” y para que el presidente “disfrute” de un “periodo de concentración de poderes”. Así lo señala, en entrevista con EL UNIVERSAL, Jesús María Casal, abogado constitucionalista y profesor en la Universidad Católica Andrés Bello, para quien la ANC no sólo no es la solución, sino que complica el panorama y genera inestabilidad.
¿Venezuela saldrá de la crisis que está viviendo?
—La crisis se está focalizando mucho en la materia política. Hay una crisis muy intensa que dificulta los problemas económicos, porque todo este clima de conflictividad que estamos viviendo desde hace varios meses genera una gran inestabilidad política e inseguridad jurídica... y lo que el gobierno ha planteado como posible solución es la Asamblea Nacional Constituyente (ANC).
¿La Asamblea Nacional Constituyente es la solución?
—No, yo no creo que esto ayude a resolver la crisis. Es una Constituyente para ganar tiempo, para evitar elecciones, disfrutar de un periodo de concentración de poderes, que conviertan, digamos, estas seudo elecciones en una hazaña un poco épica, para recuperar una simbología de la Constituyente del año 1999, donde sí se vivió una Asamblea Nacional Constituyente.
Más bien puede alejarnos de la solución a los problemas. Uno de los aspectos criticables que tiene es que no se ha fijado un periodo para su funcionamiento; se instala por tiempo indefinido y por lo que se ha anunciado hasta ahora lo que se quiere es una concentración de poderes...
Pareciera, incluso, que uno de los objetivos de la Constituyente es oscurecer la verdadera problemática que vivimos los venezolanos... La inflación ya se dice que puede ser de 1000% para este año y ese promedio de inflación es lo que más está afectando a los venezolanos. Y un poco la Asamblea Constituyente puede servir como una estrategia de distracción, un poco de simbología política, simbología bélica que está en torno a la Constituyente; evadir un poco la atención sobre los problemas de fondo.
¿Qué diferencia hay entre los gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro?
—En el ámbito político se puede notar una diferencia importante y es que con las criticas que uno pudiera tener al modelo de Chávez, lo cierto es que ganaba elecciones. Él, digamos, construyó un liderazgo fuerte y en los distintos procesos electorales que participó ganaba. Con Maduro la situación es diferente. Él no tiene un liderazgo propio y por lo visto no está dispuesto ni siquiera a construirlo, no siente la necesidad de construirlo, y lo más grave, el chavismo —ahora más bien, pudiéramos decir el madurismo— está dispuesto a desconocer la voluntad popular. Esto se puso de manifiesto después de las elecciones parlamentarias del 5 de diciembre de 2016, porque ahí la oposición tuvo una holgada mayoría.
Y ahora cuando toda la sociedad esperaba las elecciones en mayo, el presidente planteó la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, en términos muy poco democráticos, porque no se consultó al pueblo como debía de hacerse.
¿El chavismo se ha perdido en Venezuela?
—Yo no diría que se ha perdido, pero sí se han dado fracturas. Ya se oye hablar mucho del madurismo. Se piensa que Maduro traicionó el legado de Chavéz... Hay mucha desilusión de algunos sectores que en algún momento estuvieron con el chavismo, pero el chavismo sigue presente.
¿Cuál es el sentir de los jóvenes venezolanos sobre esta situación?
—Lo más lamentable es que los jóvenes son los que están más volcados a estas protestas y están expuestos a estos riesgos que quisiéramos evitarles. Quisiéramos evitar que ellos estuvieran tan expuestos.
Pero ellos están en esa lucha, tal como está Venezuela. Ellos no ven un futuro en el país. El móvil fundamental de su lucha es que quieren hacer valer sus derechos y tener un futuro en su país y [tener oportunidades de] desarrollo fundamental que, lamentablemente hoy, su nación no les ofrece.