La austeridad ha llegado a su fin para las fuerzas armadas europeas. Luego de años de recortes tanto en presupuesto como en arsenal y personal, los recursos están circulando nuevamente para modernizar las capacidades de defensa.

Los dineros comenzaron a llegar antes del arribo de Donald Trump, quien en su primera visita a Bruselas como presidente de Estados Unidos reiteró su exigencia a la mayoría de los Estados europeos de que inviertan en defensa al menos 2% de su PIB, como se acordó en la OTAN en 2014.

La pregunta que se hacen las casas armamentistas y los institutos especializados, es qué tanto influirá en el gasto de los europeos la postura de Trump de condicionar el compromiso de EU con el Artículo 5 de la OTAN, que considera que un ataque a un miembro de la Alianza debe recibirse como un ataque contra todos. Si bien la queja reiterada de Trump ha encontrado eco en algunos líderes europeos, como el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, los expertos sostienen que es poco probable que Europa inicie una carrera armamentista como consecuencia de la política de “chantaje” del magnate.

Aude Fleurant, directora del Programa sobre Gasto Militar del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), dice a EL UNIVERSAL que desde la crisis de 2008 el sector de defensa, al tratarse de un rubro que no tiene planificación a largo plazo, se convirtió en una “volátil y flexible moneda de cambio” que se ajusta a partir de otras prioridades nacionales, el contexto político interno y la situación en las fronteras más inmediatas.

El gasto militar en Europa occidental creció en 2016 por segundo año consecutivo, 2.6% en comparación a 2015. El incremento más acentuado se registró en Italia, 11%, que participa en el desarrollo del ambicioso programa internacional Joint Strike Fighter (JSF) para fabricar un nuevo tipo de avión táctico. También hubo aumentos significativos en los países de Europa central, 2.4 en conjunto entre 2015 y 2016. Los incrementos no fueron para cubrir salarios, pensiones o el mantenimiento de instalaciones, sino para la actualización de los sistemas de software y la compra de equipo nuevo, desde aviones y helicópteros de combate hasta blindados, radares y fragatas. Para este 2017 hay indicadores de que el gasto continuará moderadamente a la alza.

Fleurant explica que los incrementos responden a tres factores esenciales: la situación económica está ofreciendo mayor flexibilidad a los presupuestos nacionales. La Unión Europea (UE) experimenta su quinto año de recuperación. De acuerdo con la Comisión Europea, el bloque creció 1.7% en 2016 y en su escenario optimista estima que puede llegar a 1.9% en 2018.

La anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia en 2014, y su apoyo a los rebeldes del este de Ucrania han obligado a los europeos a levantar la guardia. En diversas capitales europeas, particularmente en las del Báltico y el norte, hay la percepción de que Moscú representa una amenaza. “La mayor parte del aumento puede atribuirse a un sentimiento de inseguridad provocado por la falta de claridad de Rusia sobre sus intenciones reales con relación a su frontera occidental”, indica Fleurant. El gasto militar de Rusia equivale a una cuarta parte del total de los países europeos miembros de la OTAN.

El tercer elemento se asocia a un cambio en la actitud de la opinión pública. “Parte de la voluntad por modernizar el arsenal tiene que ver con el cambio de percepción. No es que tengamos que prepararnos para una guerra, tiene que ver con seguridad nacional y la importancia de la OTAN”, indica.

Tras la caída del Muro de Berlín, los ejércitos de los países de la Unión Europea se hicieron más compactos y los recursos financieros escasos. Entre 2006 y 2013, el gasto militar en la Unión cayó 15%, acentuando la brecha armamentista con EU. Mientras que los europeos gastaron en colectivo 186 mil millones de euros en 2013, el Pentágono en solitario desembolsó 600 mil millones.

Si bien la Dirección General de Políticas Exteriores del Parlamento Europeo considera que los europeos cuentan con unas fuerzas armadas lo suficientemente equipadas para hacer frente a amenazas potenciales, también reconoce que se han quedado cortas en capacidades estratégicas en el ámbito aéreo, marítimo, aire-aire, inteligencia, vigilancia y reconocimiento; sectores clave en donde la dependencia con EU ha quedado manifiesta durante años.

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