Con su promesa de renovación de la vida política y una batería de reformas, el movimiento del presidente centrista Emmanuel Macron obtuvo ayer una mayoría absoluta abrumadora en las legislativas en Francia, donde la oposición quedó malherida.

La República en Marcha (LREM) de Macron, un partido creado hace poco más de un año, y su aliado centrista del MoDem barrieron a los principales partidos históricos de izquierda y derecha con 341 escaños de 577, muchos más de los 289 necesarios para la mayoría absoluta, según cifras del ministerio del Interior. El dato no inclyte 11 circunscripciones de franceses en el extranjero.

Aunque holgada, esta victoria es inferior a los pronósticos de encuestas recientes que llegaron a predecir hasta 470 escaños a los centristas. Además se vio empañada por un índice récord de abstención en este tipo de comicios, que superará 56.83%, según resultados casi definitivos. La victoria anunciada del partido del presidente, junto con un desinterés creciente por la política, disuadió a muchos votantes de acudir a las urnas.

Aun así, el primer ministro Edouard Philippe se mostró más que satisfecho. “Hace un año, nadie habría imaginado una renovación política semejante”, dijo.

La metamorfosis en la Asamblea Nacional saltará a la vista: la mitad de los nuevos diputados no han ocupado nunca cargos electos y proceden de la sociedad civil, habrá muchos más jóvenes y mujeres, y una mayor diversidad étnica.

El presidente más joven de la historia de Francia —tiene 39 años— y prácticamente desconocido hace apenas tres años se ha fijado como prioridad reformar el país de cabo a cabo con un abanico de propuestas socioliberales. La nueva Asamblea Nacional empezará por votar tres proyectos de ley: uno sobre la moralización de la vida pública —tras una campaña deslustrada por diferentes escándalos político-financieros— otro para reforzar las medidas de seguridad contra el terrorismo y un tercero sobre la reforma del código del trabajo.

La derecha, que esperaba en un principio poder evitar que Macron obtuviera la mayoría, terminó con 135 diputados, de los cuales una parte está dispuesta a apoyar al partido de Macron. Su líder, François Baroin, tendrá que vérselas para intentar poner orden en su partido, dividido entre los partidarios de la apertura y los conservadores que quieren poner trabas a los centristas de La República en Marcha.

“Es más que una derrota, es el final de una época”, comentó la ex ministra de derecha Valérie Pécresse.

Tras haber conseguido llegar a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el ultraderechista Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen surfió un duro revés, con sólo ocho diputados en la Asamblea, frente a los dos que tenía en la anterior legislatura. Superviviente de la debacle, la líder de la formación antiinmigración y antieuro accedió por primera vez a un escaño parlamentario, aunque no alcanzó su objetivo de convertir al FN en el “primer partido de la oposición de Francia”, ya que no consiguió suficientes diputados para formar un grupo parlamentario propio.

Desde Alemania, Angela Merkel felictó a Macron por su “neta mayoría parlamentaria”, según el portavoz de la canciller alemana. Y su ministro de Relaciones Exteriores, Sigmar Gabriel, estimó que la vía estaba ahora “libre para las reformas”.

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