Con un pasaporte mexicano que decía Patricia Fernández García , Marcela Mardones , pareja del “comandante Emilio”, inició el cruce como una más de un grupo de turistas, principalmente extranjeros, esperando que nadie reparara en ella.

La mañana del viernes 9 de junio tomó el catamarán cerca de Bariloche -por el que pagó unos 250 dólares-, en lo que sería el último día de una semana extenuante, desde su apresurada salida de San Miguel de Allende, en México, siete días antes.

Con parka, zapatos bajos y portando una mochila, Mardones parecía una turista como el resto. Los largos años enfrentando un encargo internacional por el asesinato del senador Jaime Guzmán la tenían acostumbrada a cruzar fronteras con identidad falsa.

Lo hizo en 2008 cuando viajó a Guatemala. También en 2012 en Ghana y en París, entre otros destinos. En 2015, al aterrizar en Brasil y en El Salvador, y el año pasado al poner pie en Cuba. Aunque no ha sido confirmado, se presume que antes de 2014 pudo haber ingresado clandestinamente a Chile.

Pero esta vuelta era definitiva, y debió respirar aliviada cuando cerca del mediodía del 9 de junio un funcionario de inmigración le timbró el pasaporte y le dio la bienvenida a Chile.

Almorzó en Peulla antes de emprender el último tramo, unas dos horas en catamarán por el lago Todos los Santos, hasta llegar a Petrohué. Estaba a menos de 6 horas del que aparentemente era su destino, el puerto de Quellón, en la Isla Grande de Chiloé.

Había salvado con éxito el último control. El quinto desde que salió desde Ciudad de México . Había recorrido más de 7 mil 500 km en línea recta, pero más que duplicó el viaje con el trazado que siguió, esperando borrar sus pisadas.

Pero, en jerga policial, tenía “cola”. La experimentada ex frentista dejó huellas.

Horas después de la detención en México de Ramón Guerra, la identidad que usaba Raúl Escobar Poblete, alias “comandante Emilio” -su pareja por casi dos décadas, padre de dos de sus hijos y su cómplice en el crimen de Guzmán-, la mujer concurrió a Separos Preventivos de Seguridad Pública Municipal, el primer lugar donde fue trasladado el detenido. Ahí preguntó por él.

Cuando mostró documentos con su falsa identidad, con la que vivió por más de una década en México, encendió las alarmas en Chile luego de que se confirmara que Ramón Guerra era, en realidad, el buscado “comandante Emilio” del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR).

No le costó mucho a la policía detectar las dos “pifias” en la chapa de Marcela: el hecho de que mantuviera su segundo nombre en la nueva identidad y que su fecha de nacimiento (26 de enero de 1966) fuera la misma con la que fue inscrita en el Registro Civil en Chile.

Mardones tomó apresuradamente decisiones. Dejó a su hija de 13 años al cuidado de amistades, según les dijo a sus cercanos, y compró un boleto de avión portando una mochila, 2 mil euros y los cuadernos en los que documentaba sanaciones y la labor humanitaria en la que participaba.

Advertidos de quién era, a los policías mexicanos no les costó demasiado rastrearla. Salió de Ciudad de México la madrugada del 2 de junio en un vuelo con destino a Montevideo que tenía dos escalas: Ciudad de Guatemala y Bogotá, con lo que completó 50 horas de viaje, sumando los tiempos de espera.

Aterrizó en Uruguay el 4 de junio y al día siguiente llegó en catamarán a Buenos Aires, tras un periplo de otras 10 horas.

Desde la capital trasandina tomó un bus a Neuquén. Recorrió unos mil 150 km y sumó 14 horas de viaje en un tramo en el que ya era seguida por la Policía de Investigaciones de Chile (PDI).

Bariloche fue su siguiente parada. Allí tomó un tour para el Cruce de Lagos Andinos, que le costó 250 dólares.

Y mientras en Petrohué al grupo de turistas con quienes viajó los esperaba un bus para llevarlos a sus hoteles a Puerto Varas, a ella la aguardaba un equipo de la PDI que la llamó por su nombre. Ese que ella misma dijo después que ya casi no recordaba después de tanto tiempo, y la detuvo apenas tocó tierra en el muelle.

Marcela Mardones fue detenida en Petrohué apenas puso un pie en el muelle, contó un testigo del grupo de turistas que viajaba con ella desde Bariloche.

ml

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