Después de 30 meses de que Estados Unidos y Cuba derribaron el último ladrillo de la Guerra Fría en América, la relación Washington-La Habana exhibe una comunicación más fluida y aunque está intacto el embargo económico que la Casa Blanca impuso a la revolución comunista en 1962, pese a que aumenta el número de viajeros estadounidenses a la mayor de las Antillas, otra realidad persiste: hay un agravamiento de la represión política interna y de las violaciones a los derechos humanos.

El 17 de diciembre de 2014 el entonces presidente de EU, Barack Obama y el mandatario cubano, Raúl Castro, anunciaron en Washington y La Habana, respectivamente, el inicio del deshielo en las relaciones tras más de medio siglo de choques.

Ahora, dos años y medio después, los focos del futuro de la relación bilateral están centrados en Miami.

A 58 años del triunfo de la Revolución Cubana, en 1959, y a nueve días de cumplirse siete meses de la muerte de Fidel Castro, líder histórico del régimen, el mandatario estadounidense, Donald Trump, revela hoy en Miami, meca del anticastrismo, los lineamientos de su política hacia Cuba.

“No creo que Trump vaya a desechar las conquistas de Obama en el mejoramiento con Cuba. Hay que tener mucho cuidado con un retroceso”, consideró el periodista disidente cubano Reynaldo Escobar, jefe de redacción del diario digital 14ymedio, el cual opera en La Habana en la ilegalidad.

“Hay un hecho biológico: la generación histórica que hizo la revolución va a desaparecer físicamente y a dejar de mandar. Una nueva generación heredera [de la revolución] tomará el mando del país. Los cambios que esa generación introduzca van a ser más importantes que cualquier cosa que venga de afuera”, dijo Escobar en entrevista con EL UNIVERSAL.

Muros. Aunque en la campaña electoral de 2016 Donald Trump fustigó a Obama por el reacercamiento con Cuba, el cual incluyó restablecer en julio de 2015 las relaciones diplomáticas rotas en enero de 1961, flexibilizar los viajes a la isla y el envío de remesas familiares, así como permitir el turismo a La Habana a partir de marzo de 2016, tampoco se espera que el magnate retome los muros.

En este contexto, el gobierno de Cuba reportó que 284 mil 565 estadounidenses viajaron a la isla de enero a mayo de 2017, cifra similar al total de 2016, cuando sumó unos 285 mil.

Un tema que Trump aclarará es si la opción de más negocios de EU con Cuba, ahora restringidos por el embargo de 1962, sería para estimular a la todavía naciente iniciativa privada cubana en vez de hacerlos con las empresas estatales militares.

A casi cinco meses de iniciada su gestión, el factor de derechos humanos en la isla parece ser la clave de la relación para Trump.

La disidente Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, que opera en la ilegalidad en La Habana, informó a este diario que el promedio mensual de detenciones políticas subió de 172 en 2010, a 741 en 2014 y 827 en 2016. En los primeros cinco meses de 2017 se han sumado 448.

El sitio escogido en el que Trump desglosará su política a La Habana es significativo para el anticastrismo más radical de Florida: el Teatro Manuel Artime, de Miami, bautizado en honor a uno de los integrantes de la Brigada 2506, que en abril de 1961 lanzó, con apoyo de la CIA, la invasión contrarrevolucionaria a playa Girón, litoral sur de la isla y en Bahía de Cochinos, y que fue derrotada por las fuerzas leales a los Castro.

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