En las inmediaciones de la glorieta de la Bastilla, el sentimiento de victoria entre los simpatizantes del centrista Emmanuel Macron crece a medida que la elección presidencial francesa se acerca a su conclusión.

El acentuado optimismo que se respira en este barrio juvenil, multicultural y de vida nocturna, responde a la marcada incredulidad de que la ultranacionalista Marine Le Pen (Frente Nacional, FN) pueda lograr la milagrosa voltereta.

Aunque no falta el bromista que vacile diciendo que votará por el Frente Nacional. ¿Le Pen presidente? Se le escucha decir a una joven con escepticismo y la sonrisa cómplice de varios de sus amigos reunidos en un bistró de la popular calle Lappe.

A unas horas de la apertura de las casillas de votación, a las 8:00 para ser precisos, parecía imposible la victoria de la candidata de una formación ultraderechista envuelta en escándalos de corrupción y con un patrimonio ideológico racista. No obstante, después del voto británico a favor de salir de la Unión Europea y el triunfo de Donald Trump en las presidenciales estadounidenses los escenarios más improbables resultan factibles.

Por ello, Barthélémy Courmont, director de investigaciones del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) de Francia, dice a EL UNIVERSAL que toda celebración a favor de Macron “es prematura”.

El analista afirma que Le Pen matemáticamente todavía tiene probabilidades, “mucho más que en ocasiones anteriores. Jamás el FN ha estado tan cerca del poder”. Si bien la lógica de la victoria está con Macron en la segunda ronda, la perspectiva de una remontada, aunque es lejana, está presente. Courmont explica que a diferencia de 2002, cuando llegó a la final de las presidenciales francesas el padre de la candidata del FN, Jean-Marine Le Pen, esta vez no se presenta el presidente saliente. En aquella ocasión, Jacques Chirac barrió a Le Pen, obteniendo 82% de los votos.

Tampoco Macron cuenta con el tipo de garantía de seguridad que ofrece la estructura política de un partido experimentado. El movimiento En Marcha es un fenómeno nuevo que tiene que consolidarse como un partido competitivo en las legislativas de junio.

Para Courmont, la clave estará en el nivel de abstencionismo, los votos en blanco y nulos, una fórmula que favorece al FN, cuyo electorado homogéneo no se abstendrá. Los últimos sondeos estiman que los sufragios en blanco podrían llegar a 10%, mientras que la abstención podría pasar la barrera de 25%, por encima de 22.23% registrado en la primera ronda el 23 de abril. Si las previsiones se confirman, será la primera vez desde 1969 que la segunda ronda registra una participación inferior que en la primera.

También influirá en el desenlace la capacidad de Macron de atraer el voto de una izquierda que lo considera demasiado liberal y una derecha que lo identifica como heredero del presidente François Hollande. Los reflectores están en los militantes del movimiento de izquierda alternativa Francia Insumisa, liderado por Jean Luc Mélenchon, quien a diferencia de los candidatos del Partido Socialista y Republicano, no pidió votar por Macron para frenar a Le Pen.

Mélenchon obtuvo en la primera tanda 19.85% de los votos, quedando en cuarto puesto, y se estima que una parte importante de los “insumisos”, alrededor de 35%, no se inclinará por ninguno de los presidenciales.

En el Louvre. Si gana, Macron ha elegido como lugar para celebrar uno de los íconos de la ciudad, la explanada del Museo del Louvre, frente a la célebre Pirámide de Cristal. “El Louvre es un lugar cargado de historia y más neutral que la plaza de la Bastilla o de la República”, dijo a Le Figaro el historiador Christian Delporte.

Los comicios se desarrollarán bajo un contexto de seguridad máxima. Más de 50 mil policías y gendarmes serán movilizados; 7 mil militares participarán en una operación identificada bajo el código “Centinela”. La Ciudad de la Luz será resguardada por 12 mil policías y militares.

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