Irán celebró ayer elecciones presidenciales con una alta participación de los electores, lo que llevó al Ministerio del Interior a prolongar el horario de cierre de los locales debido a la gran afluencia. El recuento de votos comenzó hoy, para definir una reñida contienda que enfrenta al presidente Hassan Rouhani, quien quiere normalizar lazos con Occidente, contra un juez conservador que ha dicho que ya se ha ido demasiado lejos.

Rouhani, de 68 años, es un político moderado para los parámetros iraníes, pero encarna las esperanzas de los liberales y reformistas que desean mayor libertad política interna y mejores relaciones con el mundo exterior.

Quienes apoyan a Rouhani confían en que éste tenga la capacidad para mejorar la economía, un aspecto importante en las mentes de las 56 millones de personas inscritas como electores en el país.

Rouhani, quien asumió hace cuatro años prometiendo abrir el país al mundo y darle a los ciudadanos más libertad, enfrentó un inesperado y fiero desafío de Ebrahim Raisi, un protegido del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei.

La elección es importante “para el futuro rol de Irán en la región y el mundo”, afirmó tras votar Rouhani, quien alcanzó un acuerdo con las potencias mundiales dos años atrás para frenar el programa nuclear iraní a cambio de un alivio en la mayor parte de las sanciones económicas que pesaban sobre la nación.

Raisi, de 56 años, ha acusado a Rouhani de administrar de mala manera la economía y viajó a regiones pobres para realizar mítines, prometiendo una mayor seguridad social y empleos.

Se cree que Raisi cuenta con el respaldo de la Guardia Revolucionaria, así como con el apoyo tácito de Jamenei, cuyos poderes superan a los del presidente, pero quien normalmente no se inmiscuye en la política diaria.

“Respeto el resultado de la votación de la gente y el resultado será respetado por mí y toda la gente”, dijo Raisi.

Jamenei depositó simbólicamente el primer voto de la jornada. Había pedido que un gran número de votantes acudieran a las urnas y señaló que “el país quedaba en manos de todo el pueblo”.

Los locales electorales cerraron ayer hacia la medianoche. De acuerdo con el ministro del Interior, Abdulresa Rahman Fasli, dijo que por ley, la votación no podía continuar pasada la medianoche y explicó que los resultados definitivos se conocerán hoy por la noche o a más tardar el domingo. Hasta el cierre de esta edición Rouhani lideraba el recuento de los votos.

Se emitieron más de 40 millones de votos, dijo el Ministerio del Interior, lo que muestra una participación de alrededor de 70%, casi la misma que en la elección de 2013 cuando Rouhani logró el poder con una victoria aplastante.

La votación se alargó seis horas porque muchas personas aún se encontraban en las filas. Periódicos iraníes celebraron los comicios con titulares como “Una histórica victoria para los iraníes”, reportó la televisión estatal.

Sitios de noticias online en favor de las reformas dijeron que Rouhani logró la victoria. No entregaron evidencia, pero la gran presencia de votantes podría ser una buena señal para el actual presidente, cuyos seguidores han dicho por largo tiempo que su mayor preocupación era la apatía entre los inclinados hacia las reformas, decepcionados por el lento avance de los cambios.

Antes de que terminara la jornada electoral, el bando de Raisi denunció “infracciones” y exigió una intervención inmediata contra “acciones de propaganda de algunos responsables y simpatizantes del gobierno” a favor del presidente saliente.

Además, denunciaron que el nombre de Ebrahim Raisi estaba mal presentado en las listas de los colegios electorales y que no había suficientes papeletas en las “zonas desheredadas” más favorables al candidato conservador.

La Guardia Revolucionaria, así como otros organismos de línea dura, esperan que una victoria de Raisi les dé una oportunidad de salvaguardar la economía y el poder político que ven en peligro por la reducción de las sanciones y la apertura del país a la inversión extranjera.

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