Asediados por una avalancha de más de 2 mil 400 toneladas de cocaína que se prevé será traficada de América del Sur a México y Estados Unidos en 2017 y por un récord histórico en la superficie de cultivos ilícitos con más de 200 hectáreas de plantaciones de coca en suelo colombiano, los gobiernos de Colombia, Costa Rica y Panamá están negociando crear un bloque para luchar contra el narcotráfico internacional y el crimen organizado transnacional.

El ministro de Seguridad Pública de Costa Rica, Gustavo Mata, llegó el pasado martes a Bogotá como parte de una iniciativa del gobierno de San José “para conformar el ‘Triangulo Sur’ en la lucha contra el narcotráfico y crimen organizado”, anunciaron fuentes oficiales costarricenses.

El nombre de Triángulo Sur surgió como una contraparte del Triángulo Norte de Centroamérica, integrado por Guatemala, El Salvador y Honduras y que es uno de los focos más importantes de la violencia y el crimen organizado en la zona.

Un informe del Ministerio de Seguridad Pública de Costa Rica entregado a EL UNIVERSAL precisó que Mata se reúne con autoridades colombianas de seguridad en “seguimiento a las conversaciones iniciadas el año pasado, con miras a conformar un bloque integrado por Costa Rica, Panamá y Colombia para combatir dichos flagelos”.

“Este fenómeno no lo podemos ganar país por país, debemos unirnos y luchar todos de forma conjunta”, dijo Mata, al confirmar que “hay otros países que se quieren unir a la iniciativa que desarrollamos Costa Rica, Panamá y Colombia”.

“Ya tenemos una normativa que nos permitirá pronto firmar acuerdos entre los tres país. Esto nos permitirá la transferencia de información y la operatividad conjunta”, anunció.

La negociación se produce luego de que, el pasado lunes, el gobierno de Colombia advirtió a la comunidad internacional que el proceso colombiano de paz será insostenible mientras existan cerca de 200 mil hectáreas sembradas de coca, materia prima esencial para producir cocaína que abastece los gigantescos mercados de consumo en EU.

El gobierno colombiano confirmó esta semana que la producción de cocaína registrará un incremento de unas 700 toneladas en este año, por lo que pasará de mil 200 en 2015 y mil 700 en 2016 a unas 2 mil 400 en 2017.

El incremento en la oferta de cocaína está respaldado por otro fenómeno: la extensión de los cultivos de hoja de coca en Colombia pasó de unas 180 mil hectáreas en 2000 a 40 mil en 2010, pero a partir de 2014 concluyeron las fumigaciones aéreas y hubo un nuevo incremento, para llegar a casi 200 mil en 2016, según datos del gobierno del presidente colombiano, Juan Manuel Santos.

El presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, exhortó el mes pasado a Santos a que “redoble” esfuerzos para erradicar los cultivos de coca y combatir a los grupos que, aunque se desmovilizan, “siguen vinculados abiertamente al narcotráfico”.

El narcotráfico es un componente básico del acuerdo de paz que Santos firmó con las FARC en noviembre de 2016, que ya está en ejecución y que provocó que los guerrilleros abandonaran zonas en las que operaron en el conflicto armado que se prolongó por más de 52 años y en las que, según el gobierno de Colombia, participaron en la narcoactividad.

Las FARC, catalogadas en 2003 por el Departamento del Tesoro de EU como organización narcotraficante, se comprometieron en el acuerdo a romper todo vínculo con el contrabando de drogas, aunque siempre negó tener nexos con esa actividad criminal. La cúpula de las FARC está en la lista del Tesoro de narcotraficantes extranjeros importantes.

Insostenible. El colombiano Rafael Pardo, Alto Consejero para el Postconflicto, Derechos Humanos y Seguridad del gobierno de Colombia, alertó esta semana que mientras haya “una mata de coca o un arbusto de coca, alguien va a comprar las hojas, alguien va a procesarlas en cocaína y ese alguien es parte de un grupo armado, de un grupo ilegal o de una mafia. Por eso reducir el área de coca es fundamental para la sostenibilidad de la paz”.

En una reciente entrevista con este diario, Mata alertó que con la desmovilización de las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) por el proceso interno de paz, habrá “falta de liderazgo” y “surgirán grupos pequeños” de ex guerrilleros que seguirán trabajando “pero ya por separado de querer hacer su negocio” para crear una estructura para traficar cocaína.

Autoridades policiales y judiciales de Costa Rica pronosticaron que, por impacto del proceso de paz en Colombia, habrá una recomposición del lazo entre los cárteles mexicanos y las mafias regionales con ex guerrilleros de las FARC que continúen involucrados en la producción y distribución de sustancias ilícitas.

El gobierno de Colombia anunció en enero pasado que planea erradicar 100 mil hectáreas de plantaciones de hoja de coca en 2017 para reducir la producción de cocaína. La meta de 2016 fue erradicar 20 mil y se eliminaron 17 mil.

Aunque la mayor parte de la cocaína procede de Colombia, donde están las principales bases para producir esa droga y las más grandes plantaciones de hoja de coca, la mercancía también es enviada a EU y México por Centroamérica desde Venezuela y Ecuador, que tienen laboratorios y centros de acopio de la sustancia procesada en suelo colombiano.

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