La publicación, en un grupo privado de Facebook, de fotos de marines desnudas, sin el consentimiento de ellas, es apenas el más reciente escándalo que afecta a las fuerzas militares de Estados Unidos: desde las imágenes de torturas y abusos de prisioneros en la prisión iraquí de Abu Ghraib, pasando por los agentes del Servicio Secreto destinados a cuidar al entonces presidente Barack Obama que se involucraron con prostitutas en Colombia, y hasta las historias de las amantes que hicieron caer a un director de la CIA y al comandante de las fuerzas de la OTAN en Afganistán.

En 2003, imágenes que mostraban a soldados estadounidenses desplegados en Irak mientras humillaban a presos iraquíes dieron la vuelta al mundo. No había pasado un año cuando el Pentágono se cimbró de nuevo, al publicar la revista TMZ fotos de efectivos quemando cuerpos inertes de soldados iraquíes en Fallujah.

Sin embargo, uno de los casos más sonados fue el de los 12 miembros del Servicio Secreto que durante un viaje de Obama a Cartagena de Indias, en Colombia, se relacionaron con 21 prostitutas en un hotel en abril de 2012, por lo que fueron retirados del país sudamericano.

Poco después se revelaría que no era la primera vez, pues en 2011 también agentes del Servicio Secreto habrían entrado a una casa de striptease en San Salvador antes de una visita de Obama. Medios locales dijeron que los agentes se emborracharon y pagaron a prostitutas.

Un motivo más de preocupación surgió cuando el Pentágono publicó un informe, en 2012, señalando que más de 26 mil mujeres militares habían sido víctimas de abusos, en lo que el entonces jefe del Estado Mayor, Martin Dempsey, calificó de “crisis” en la fila de los uniformados, y tras lo cual se impulsaron leyes con sanciones más duras para los agresores.

En 2013, la academia militar de West Point se vio afectada por el caso del sargento Michael McClendon, quien fue acusado de grabar desnudas a cadetes femeninas en vestidores y duchas, en hechos que habrían comenzado desde 2009.

Los escándalos alcanzaron a la élite de la élite cuando se reveló, en 2012, el affaire del director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) David Petraeus, con su biógrafa Paula Broadwell, lo que puso fin a su hasta entonces brillante carrera. En 2015, el general John Allen, comandante de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Afganistán, John Allen, se vio obligado a dimitir tras destaparse su relación con Jill Kelley, con quien sostuvo “correos inapropiados”.

En mayo de 2015, Human Rights Watch destapó una nueva cloaca, al presentar el informe de una investigación de 18 meses que mostró que los miembros de las fuerzas armadas de EU que habían denunciado haber sido víctimas de agresión sexual sufrían, con frecuencia, represalias que quedaban en la impunidad. Según este estudio, hombres y mujeres del cuerpo militar que se hubieran atrevido a denunciar alguna agresión sexual eran 12 veces más propensos a experimentar amenazas, hostigamiento o incluso expulsión, antes que ver a su agresor condenado por un delito sexual.

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