La detención de la mexicana Ana Marilú Reyna en España por su relación con los aparatos de captación yihadista revela los cambios en el perfil de los acusados por terrorismo.

Reyna, quien nació en Monterrey en 1979 y cambió su nombre al de Hajar cuando se hizo musulmana en 2010, representa una combinación de elementos llamativos: es mujer, originaria de un país con débil presencia del islam, y convertida desde el catolicismo recientemente. Sin embargo, el más reciente estudio del Instituto Elcano, el principal think tank español, muestra que todas esas son características en expansión dentro del retrato robot del yihadista.

De esposas a difusoras. El 17% de los detenidos por yihadismo en España son ya mujeres. La policía destacó tras el arresto de Reyna que éstas “están pasando de ser esposas o madres de combatientes a adoptar un papel activo como difusoras del ideario yihadista y captadoras de adeptos”.

La periodista española Ángela Rodicio ha analizado el fenómeno en su obra Las novias de la Yihad (Espasa, 2016). En ella explica cómo mujeres occidentales son cautivadas por la utopía que propone el islam radical.

Rodicio asegura en una entrevista telefónica que el “Califato digital” ha creado una eficaz maquinaria de radicalización exprés: “Internet es un universo emocional, más que intelectual. Ahí cuentan las sensaciones. Los encargados de radicalizar a estas mujeres son profesionales de la conversión.

“No te dan la oportunidad de que cotejes las informaciones que aportan. Esta estrategia funciona especialmente con personas vulnerables, como los adolescentes”, explica. “Comienzan a seducirlas con un discurso con mucho componente político, de combate de los oprimidos contra un Occidente viciado. En una segunda fase se introducen los valores arquetípicos sobre la mujer ideal en una sociedad islámica”.

Otra característica de Reyna que encaja con las últimas observaciones de los expertos antiterroristas es su origen americano. Entre junio de 2013 y mayo de 2016, en España fueron detenidas cuatro personas procedentes de Argentina, Brasil, Paraguay y Chile por su presunta relación con el yihadismo.

Migración favorece contactos. Se considera que la penetración del islam radical en estos países es muy baja, pero las migraciones han favorecido los primeros contactos. En concreto, Reyna está acusada de utilizar sus nexos con la comunidad musulmana de México para distribuir llamadas a la yihad.

Las fuerzas de seguridad recuerdan que, el verano pasado, Brasil arrestó a una decena de sospechosos de planear atentados vinculados al Estado Islámico (EI) durante los Juegos Olímpicos.

Se trataba de conversos recientes, alimentados por la propaganda en internet. Los expertos consultados consideran a estos sospechosos parte de una “estrategia del miedo” espoleada por el (EI) y no de una amenaza sólida, puesto que ni siquiera poseían armas.

El caso más mediático de yihadista latinoamericano es el de Bastian Vásquez, un noruego de padres chilenos que pasó por Barcelona antes de unirse al EI en Siria. Vázquez ejerció de propagandista de la extensión global de la yihad hasta su muerte en 2014.

Con un perfil similar al de Reyna, la también chilena Francis Peña Orellana fue detenida en 2014 en Barcelona por captar mujeres para el EI y enviarlas a Siria. Hija de inmigrantes y educada en la iglesia evangélica, había tenido un bebé con un marroquí. Luego se convirtió al islam y, según la policía, comenzó un proceso de radicalización. Sin embargo, tras seis meses de cárcel fue liberada sin que los jueces encontrasen pruebas para sostener la acusación.

Las delitos de terrorismo son difíciles de probar, y gran parte de los detenidos terminan siendo liberados sin cargos. Ésa es la razón de que numerosos autores de atentados hayan sido investigados previamente. Es el caso del joven Anis Amri, al que la policía alemana siguió 13 meses antes de que matara con un camión a 12 personas el 19 de diciembre en el mercado navideño de Berlín.

Ayer un juez español liberó a los dos detenidos en la última gran operación contra la yihad en el país. Se les detuvo el 28 de diciembre por formar una presunta célula terrorista para perpetrar un atentado en la Puerta del Sol de Madrid. La justicia ha concluido que la policía exageró las pruebas.

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