Mientras los nombramientos para los cargos clave de política exterior en la nueva administración de Donald Trump son, en su mayoría, empresarios y generales en retiro, hombres conocidos por su pragmatismo y mesura, el equipo que lo acompañará en temas de política domestica parece ser, con un par de excepciones, mucho más de un corte ideológico conservador.

Los true believers, creyentes fervientes en la cátedra del conservadurismo estadounidense, dominan.

Esto es, para algunos de sus seguidores, una sorpresa. Durante la precampaña electoral, algunos de los otros candidatos republicanos atacaron a Trump por no ser un republicano de verdad. Estaban seguros de que él no creía en reducir el déficit presupuestario del gobierno federal, reformar los programas sociales y las pensiones gubernamentales, y oponerse al aborto y al matrimonio igualitario, todos temas clave para ellos.

Pero la selección de Mike Pence, un gobernador conservador, como candidato a la vicepresidencia, ayudó a acercar a Trump con los conservadores, así como la integración de Steve Bannon, el director de un periódico ultraconservador, como jefe de campaña. Trump parece haber contado mucho con los consejos de estos dos asesores para seleccionar gran parte de su equipo para políticas domésticas. Es quizás el gabinete mas conservador desde la presidencia de Ronald Reagan en 1980.

Y parece que con estos nombramientos está también asumiendo la agenda de los conservadores en temas de política doméstica: derogar el sistema de salud creado por Obama para cubrir a los no asegurados (conocido como Obamacare), priorizar esfuerzos con el sector privado en educación, vivienda y programas sociales, eliminar reglas sobre el medio ambiente, reducir el gasto público, reforzar el control de la migración y nombrar jueces que pueden ser decisivos en temas sociales a lo largo de los años.

Entre los nombramientos clave para el gabinete se encuentran Jeff Se-
ssions, un senador muy conservador de Alabama, conocido por su oposición a la migración, como fiscal general, y Tom Price, un médico y congresista, quien ha liderado los esfuerzos para eliminar Obamacare, como Secretario de Salud y Servicios Humanos. También destaca la presencia de Ben Carson, un neurocirujano que fue precandidato presidencial republicano, muy querido por sectores evangélicos del partido, como Secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, y quien ha externado la opinión de que hay que involucrar más al sector privado en el sector de la vivienda.

Como secretarios de Energía y de la Agencia de Protección Ambiental, dos puestos clave en los temas de energéticos y medio ambiente, llegan dos políticos igualmente conservadores, Rick Perry, ex gobernador de Texas y también ex precandidato presidencial republicano, y Scott Pruitt, el fiscal estatal de Oklahoma. Perry, si bien habla con el discurso de los conservadores, tuvo una gestión bien calificada y bastante pragmática en su paso por la gubernatura de su estado, pero Pruitt, quien se encargará de la política ambiental, es visto como un férreo oponente de gran parte del legado de esta agencia.

Como secretarias de Educación y de Transporte llegan dos mujeres con una reputación para la apertura y el diálogo. Elaine Chao, ex secretaria de Trabajo en la administración George W. Bush, conocida como una conservadora pragmática y buena administradora, se hará cargo de la Secretaría de Transporte, puesto clave para las propuestas de Trump en infraestructura. Betsy DeVos, designada para la Secretaría de Educación, es conocida como una filántropa promotora de experimentos públicos-privados en la educación, quien ha asesorado a Jeb Bush durante años y goza de respeto entre distintos grupos en torno al tema educativo.

También a la Secretaría del Trabajo llega un hombre que parece ser pragmático mas que ideológico, Andrew Pudzer, un empresario de restaurantes de comida rápida que ha sido un férreo opositor de sindicatos pero ha apoyado públicamente a la inmigración. Queda por verse si Pudzer logra amortiguar algunas de las políticas antiinmigrantes de otras partes del equipo de Trump, ya que su Secretaría tiene amplias funciones en el tema.

Finalmente, en un puesto poco visible pero extremadamente importante, llega John (Mick) Mulvaney como director de la Oficina de Administración y Presupuesto, agencia que controla las finanzas del gobierno. Un congresista muy conservador de Carolina del Sur, es conocido por su inteligencia y conocimiento del presupuesto y también su deseo de recortar programas gubernamentales para reducir el déficit. Será de gran interés ver como se da la relación con Trump, quien ha alternado entre hablar de eliminar gastos y de crear nuevos programas muy costos para la inversión en infraestructura y trabajo.

Empieza a dibujarse la agenda para estos cuatro años en temas domésticos: más énfasis en energía y menos en medio ambiente, menos gasto público y más alianzas con el sector privado, menos regulaciones y más inversión en infraestructura, y un endurecimiento de la política migratoria.

Pero con Trump, nunca hay que confiar que lo que parece ser el rumbo lo será para siempre. Es capaz de dar giros importantes e inesperados y se ufana de ser impredecible.

Y estas prioridades enarbolan contradicciones entre deseos de gastar más en ciertas prioridades pero eliminar gastos en otras áreas que aún tendrán que negociarse. Se empieza a fijar un rumbo inicial de la administración Trump, pero habrá que ver si sigue por ahí siempre o si las prioridades van cambiando sobre la marcha.

*Vicepresidente ejecutivo del Centro Wodroow Wilson

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