Jared Kushner, el yerno del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, trabajará en la Casa Blanca. Sin importarle los tintes de nepotismo y los posibles conflictos de interés que acarrea la decisión, el magnate republicano está decidido a colocar al marido de su hija preferida, Ivanka, como uno de sus asesores principales.

En un comunicado, el equipo de transición informó que Kushner trabajaría de cerca con el jefe de gabinete, Reince Priebus, y el estratega en jefe, Stephen Bannon, con quienes “ha formado un efectivo equipo de liderazgo”.

“Jared ha sido un activo tremendo y un confiable consejero a lo largo de la campaña y de la transición. Estoy orgulloso de tenerlo en una posición clave de liderazgo en mi gobierno”, indicó Trump, según el documento.

Kushner dijo estar “energizado por la pasión compartida por el presidente electo y el pueblo estadounidense, y me siento honrado por la oportunidad de unirme a este muy talentoso equipo”. Kushner, quien hoy cumple 36 años, no es nuevo en eso de tener influencia en las decisiones de Trump. También hijo de un millonario del sector inmobiliario, el yerno ha sido hasta ahora una de las voces más escuchadas antes de que se tome una decisión. Él fue, por ejemplo, uno de los que apostó por Mike Pence como vicepresidente.

En los hechos, hace tiempo que opera. Ayer se reunió con el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, para coordinar las primeras acciones legislativas, con énfasis en la reforma fiscal.

Este nombramiento pone de nuevo sobre la mesa el tema de un posible conflicto de intereses entre los Trump y las decisiones de gobierno. Abogados de Kushner salieron al paso asegurando que su cliente se deshará de “sus numerosos activos” e, incluso, renunciaría a tener sueldo de la Casa Blanca.

A pesar de que existe una ley antinepotismo de 1967 para cargos públicos, los letrados aseguran que no afecta al Despacho Oval.

Inician audiencias. A diferencia de otros cargos, el de Kushner no deberá pasar por el Senado, que hoy empieza la ronda de confirmaciones de los nominados por el magnate para los principales puestos de gobierno.

Durante esta semana, más de una decena de altos cargos tendrán que pasar por el Senado, órgano que tiene la potestad de ratificar o vetar a los nominados por el presidente electo, tras someterse a sus preguntas acerca de su visión sobre el puesto al que quieren acceder y lo que pueden aportar.

El primero que se someterá al escrutinio será el ex legislador Jeff Sessions, propuesto para el cargo de fiscal general. En la década de los 80 sus posturas antimusulmanas y antiinmigrante le privaron de ser confirmado a un cargo público. Sin embargo, ahora no se prevé que tenga problemas para superar el trámite, igual que el resto de los nominados. “Creo que todos van a pasar. Todos son del más alto nivel”, ha dicho Trump.

El único que podría tener una audiencia agria es Rex Tillerson, propuesto para ser secretario de Estado. Sus lazos con el presidente ruso, Vladimir Putin, han puesto en alerta a muchos senadores en un momento de extrema tensión entre ambos países por el caso de los ciberataques durante las elecciones. Si no convence, algunos republicanos han dicho que vetarán su candidatura.

En un gabinete con varios millonarios y conflictos de intereses potenciales, la mayoría no han entregado toda su documentación ni ha pasado el escrutinio de la oficina de ética. La protesta de los demócratas por esta situación fue ignorado por los republicanos, que se negaron a aplazar las audiencias. Con información de Notimex

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