San José.— Los esfuerzos del presidente colombiano Juan Manuel Santos para pacificar al país recibieron ayer un importante impulso al concedérsele el Premio Nobel de la Paz 2016, en un hecho de resonancia global que desbordó las fronteras colombianas e impactará el futuro de una nación que desterró la guerra y renegocia el acuerdo de pacificación entre la más antigua guerrilla americana, las FARC, y el gobierno de la cuarta economía más fuerte de América Latina y el Caribe.

La decisión anunciada por el Comité Nobel Noruego fue recibida como poderoso apoyo mundial a las negociaciones de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que están en una fase decisiva luego de que, tras la firma del pacto, una mayoría mínima de los colombianos rechazó su ratificación en un plebiscito realizado el pasado domingo 2 de octubre. El comité justificó la decisión de sólo galardonar a Santos porque fue él quien “tomó la primera e histórica iniciativa”.

Jubiloso pero sereno, Santos narró ayer que este viernes en la mañana “muy temprano me despertó mi hijo Martín para contarme la decisión del Comité Noruego de otorgarme el Premio Nobel de Paz. Agradezco infinitamente y de todo corazón esta honrosa distinción. La recibo, no a nombre mío, sino a nombre de todos los colombianos, en especial de las millones de víctimas que ha dejado este conflicto que hemos sufrido a lo largo de más de 50 años. Colombianos, este premio es de ustedes”.

“Es por las víctimas, y para que no haya una sola víctima más, un solo muerto más, que debemos reconciliarnos y unirnos para culminar este proceso y comenzar a construir una paz estable y duradera. Este honroso premio es también un tributo a todas aquellas personas que han contribuido a que estemos a punto de lograr esa paz tan anhelada, a los negociadores de ambas partes y a tantas otras personas e instituciones que nos han apoyado en este proceso”, afirmó.

El premio está dotado con el equivalente a 930 mil dólares y será entregado en Oslo el 10 de diciembre, donde Santos recibirá además una medalla fabricada con oro extraído por mineros del departamento colombiano de Huila.

Junto a su esposa, la colombiana María Clemencia Rodríguez, Santos dijo que “recibo este reconocimiento con gran humildad y como un mandato para seguir trabajando sin descanso por la paz de los colombianos. A esta causa dedicaré todos mis esfuerzos por el resto de mis días. Gracias a Dios, la paz está cerca. La paz es posible y es la hora de la paz. Juntos, juntos como nación, lograremos construirla”.

De 66 años, casado desde 1987 con Rodríguez, con quien procreó a Martín, María Antonia y Esteban, Santos tiene maestrías en Economía de la Escuela de Economía de Londres y en Administración Pública de la Universidad de Harvard, Massachusetts, y es presidente desde 2010, se reeligió en 2014 y concluirá su mandato en 2018.

Procedente de una familia atada al tradicional poder político y periodístico en Colombia y de raíz liberal, Santos pasará a la historia como el gobernante que logró la paz con las insurgentes FARC, para poner fin a una guerra de más de 52 años que dejó más de 8.6 millones de víctimas, con más de 225 mil muertos, unos 45 mil desaparecidos y más de 6.4 millones de desplazados.

El ex presidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), líder del bloque político que promovió votar por el “no” al acuerdo, felicitó a Santos vía Twitter. “Deseo que conduzca a cambiar acuerdos dañinos para la democracia”, dijo.

El movimiento del “no” ha aclarado que aunque tampoco está contra la paz, rechaza el acuerdo porque, entre gran cantidad de objeciones que considera inaceptables, promueve la impunidad de las FARC y les concede beneficios judiciales, políticos, electorales, agrarios y socioeconómicos.

Justicia. En una reacción divulgada en su cuenta en Twitter, las FARC reprodujeron una declaración que su comandante en jefe, Rodrigo Londoño Echeverri —alias Timoleón Jiménez o Timochenko— publicó en esa red acerca de que “el único premio al que aspiramos” es al de la paz con justicia social para Colombia, sin paramilitarismo y “sin retaliaciones ni mentiras”.

“Felicito” a Santos, a Cuba y Noruega, garantes de las negociaciones, y a Venezuela y Chile, países acompañantes, “sin los cuales sería imposible la paz”, añadió. El “Acuerdo Final para la Construcción de una Paz Estable y Duradera”, negociado de noviembre de 2012 a agosto de 2016 en La Habana, fue firmado por Santos y Londoño el pasado 26 de septiembre en la caribeña ciudad de Cartagena de Indias.

En un comunicado emitido ayer tras cuatro días de diálogo en Cuba, gobierno y FARC reconocieron que aunque el acuerdo “contiene” las medidas necesarias para la paz y el fin de la guerra, los votantes “se pronunciaron mayoritariamente a favor del ‘no’, así fuera por estrecho margen”.

Con “las facultades presidenciales que otorga la Constitución Política es conveniente que sigamos escuchando, en un proceso rápido y eficaz, a los diferentes sectores de la sociedad, para entender sus preocupaciones y definir prontamente una salida”, precisaron.

“Las propuestas de ajustes y precisiones que resulten de ese proceso, serán discutidas” entre el gobierno y las FARC, “para dar garantías a todos”, subrayaron. Ambas partes ratificaron el “compromiso asumido” de Santos y Londoño de “mantener” el cese el fuego y de hostilidades, bilateral y definitivo, decretado desde el 29 de agosto de este año.

Anoche, miles de personas marcharon en Medellín para decir “no a la guerra” y “unificar fuerzas” por la paz.

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