Al concluir el séptimo mes de 2006, ¿era posible predecir que, menos de 10 años después, un presidente de Estados Unidos visitaría Cuba y sería aclamado por el pueblo cubano? Ni el más osado santero cubano vaticinó, dentro o fuera de la isla, que el líder de la máxima potencia mundial y el símbolo de un imperialismo acusado desde 1959 de ser el principal enemigo de la Revolución Cubana… llegaría a Cuba, invitado por la jerarquía de la última fortaleza comunista del Hemisferio Occidental.

¿Qué cambió en La Habana, en Washington, en el Vaticano… y en Caracas en 10 años para que un suceso inimaginable en 2006 se volviera realidad en 2016?

El 31 de julio de 2006, en un hecho que cimbró a las estructuras políticas cubanas, estremeció a los cubanos e impactó en Washington, Europa y América Latina y el Caribe, pero también en Miami, centro nervioso del anticastrismo histórico, Carlos Valenciaga, secretario personal de Castro, leyó un mensaje firmado a las 18:22 horas de ese mismo día por el Comandante en Jefe. Fidel, entonces de 79 años, contó que “días y noches de trabajo continuo sin apenas dormir dieron lugar a que mi salud, que ha resistido todas las pruebas, se sometiera a un estrés extremo y se quebrantara. Esto me provocó una crisis intestinal aguda con sangramiento sostenido que me obligó a enfrentar una complicada operación quirúrgica”. La cirugía, narró, “me obliga a permanecer varias semanas de reposo, alejado de mis responsabilidades y cargos”. Desde ese día, casi con 80 años, cedió temporalmente el poder a su hermano Raúl.

Pero también hubo factores externos. Tras ocho años consecutivos de fuerte choque con La Habana, George W. Bush entregó la presidencia de EU el 20 de enero de 2009 a Barack Obama. Por falta de fuerzas, el papa Benedicto XVI dimitió el 11 de febrero de 2013 y el 13 de marzo de ese año fue sustituido por el papa Francisco. Víctima de cáncer, Hugo Chávez, el más estrecho socio de los Castro desde 1999, falleció el 5 de marzo de 2013 y fue reemplazado por Nicolás Maduro como presidente de Venezuela.

El 17 de diciembre de 2014, Obama y Castro —el sucesor— anunciaron simultáneamente su decisión de avanzar hacia la normalización de vínculos.  ¿Habría sido posible el deshielo si Fidel, el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, hubiera mantenido el control? “Es difícil imaginarlo”, admitió el analista cubano-estadounidense Tomás Bilbao, director general de Avila Strategies LLC, consultoría de asuntos públicos del estado de Virginia, EU. La normalización, afirmó, se concertó por múltiples causas. “No solamente es por el cambio de poder de Fidel a Raúl, sino por una serie de otras situaciones a nivel regional y mundial, dentro de Cuba y especialmente dentro de EU, donde hubo un cambio de liderazgo de Bush a Obama”, explicó Bilbao a EL UNIVERSAL.

“Todo el conjunto de cosas hizo posible el acercamiento de EU y Cuba. Antes nos acostumbramos a que nada cambiara [en Cuba] y ahora nos acostumbramos a que las cosas estén cambiando permanentemente y perdemos el foco de lo mucho que ha cambiado Cuba de allá para acá [desde diciembre de 2014]”, subrayó.

Pese a que suele opinar públicamente sobre los más variados tópicos de política interna y externa, Fidel, quien cedió definitivamente el mando a Raúl en febrero de 2008, tardó 43 días en referirse en público al anuncio simultáneo de Obama y el menor de los Castro, que representó el acontecimiento de mayor trascendencia de Cuba en el siglo XXI y que terminó por derribar el último vestigio de la Guerra Fría en América. “No confío” en EU, advirtió el ex presidente, al aclarar que tampoco se opone a la solución “pacífica de los conflictos o peligros de guerra”.

A 10 años sin Fidel, ¿cuál es el panorama de un país que, sin despojarse todavía del bloqueo unilateral que EU le impuso en 1962, de manera paulatina pierde la imagen de plaza sitiada por Washington?

Cambios de trascendencia

Alegando una “actualización del modelo económico y social”, Raúl promueve una serie de reformas, sin  renunciar al carácter socialista del régimen. Algunos servicios ya están en manos de los pequeños empresarios, tras aprobarse, en 2010, “la facilitación del trabajo por cuenta propia” y ahora, según cifras oficiales, hay más de medio millón de trabajadores autónomos en la isla.

En un cambio que impactó en la población, las rígidas reglas migratorias se flexibilizaron a partir de enero de 2013. Desde 2008, los cubanos pueden comprar líneas de telefonía móvil. Pero el principal legado del menor de los Castro ha sido el deshielo con EU, después de más de 53 años de ruptura de relaciones diplomáticas y de casi 55 de graves e intensos pleitos bilaterales.

En diciembre de 2014, Obama reconoció el fracaso de las políticas de acoso desplegadas desde 1959 por la Casa Blanca contra Cuba para tratar de doblegar a la Revolución Cubana por su sistema comunista y anunció la búsqueda de otras medidas de relación con el régimen y su pueblo.

El inicio del deshielo fue precedido por 18 meses de negociaciones secretas de emisarios de la Casa Blanca y de la isla, con el servicio mediador del papa Francisco y con Fidel en la aparente sombra. El 20 de marzo de 2016, Obama y su familia aterrizaron en Cuba para una visita de 48 horas que marcó un antes y un después en la historia de dos países vecinos y separados por apenas 90 millas (144 kilómetros) de aguas (a veces turbias) del estrecho de La Florida.

“¡Ooobama, Ooobama, Ooobama!”, vitorearon los cubanos al mandatario visitante en las apretujadas callejuelas del viejo corazón habanero, una estampa impensable en los 47 años de mando absoluto (y vertical) del Comandante.

Pero a juicio del liderazgo cubano, la meta de Obama es la misma de sus 10 antecesores en la presidencia de EU: tumbar la revolución comunista… por otras vías. Las “tácticas de agresión” y los “modelos intervencionistas militares o golpistas” se sustituyen por golpes legislativos y “guerras culturales en internet”, dijo a EL UNIVERSAL el historiador cubano René González, presidente del Instituto de Historia de Cuba. “Los intereses geopolíticos de EU [con Cuba] todavía se mantienen”, aseguró.

Sucesión “ordenada”

Raúl ha dicho que en 2018 dejará el poder, por lo que las expectativas crecen en torno a la figura de su sucesor.

Los vaticinios de 2006 de que “una Cuba sin Fidel” sería “radicalmente diferente”, erraron, recordó Bilbao. Al destacar que también fallaron los augurios que señalaron que la transición de Fidel a otro líder sería imposible y sólo desestabilizaría al país, afirmó que la sucesión fue “bastante ordenada”.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses