Washington.— Todo el mundo habla de la importancia de las minorías raciales en la etapa electoral que vive Estados Unidos, ya sea por el contexto actual —el resurgimiento de los movimientos sociales en favor de los derechos de los afroamericanos y la aparición de “Black Lives Matter” contra los prejuicios y trato divergente de las minorías—, como por su importancia, incluso en términos cuantitativos, de sus votos.

Que los aspirantes presidenciales respondan a las necesidades de afroamericanos y latinos, principales minorías raciales del país, será fundamental, no sólo para recibir su apoyo en las elecciones sino en la percepción que recibirá la opinión pública de los candidatos.

Y los perfiles no pueden ser más divergentes. La virtual candidata demócrata, Hillary Clinton, recibió desde el primer momento el apoyo de las minorías. El magnate republicano Donald Trump, por su parte, tiene serios problemas para conseguir algo más que el voto de votantes blancos de clase media, de un perfil muy concreto.

Las diferencias de apreciación se pueden ver incluso en las respuestas que dieron ambos tras los decesos, a manos de la policía, de dos afroamericanos. Mientras Clinton mencionaba los sesgos raciales que todavía existen en el país y llamaba para la reconciliación de la sociedad a través de la unidad y la comprensión, Trump hacía el mismo llamado pero a través de la seguridad y el orden.

Muchos consideran a Trump “racista”. “Seré bueno para los afroamericanos,” aseguró Trump en enero. “Los latinos me adoran, yo amo a los latinos,” ha repetido más de una vez. Pero la comunidad negra y latina no lo tiene tan claro. No renegó, hasta pasados unos días, del apoyo de un líder del KKK; en el pasado fue denunciado por discriminación racial, en una ocasión llamó “vagos” a los afroamericanos y, aunque después ha tratado de matizarlo, dijo que todos los mexicanos que llegaban al país eran “violadores y criminales”. Por no hablar de su interés en las deportaciones masivas, que ocultan intrínsecamente un matiz racial, y su idea —ya repensada— de prohibir la entrada de musulmanes a los EU.

Es destacable en el discurso de Trump el trato que hace de las minorías raciales, incluso a nivel lingüístico, como el uso del “ellos” en lugar del “nosotros”. Y los discursos de Trump se centran en asuntos de economía y seguridad. El problema racial del país no aparece ni en su programa electoral. Clinton, en cambio, sí habla de ello. “Hillary sabe que las desigualdades raciales van más allá de las desigualdades económicas” se puede leer en su página web oficial. La mayor parte de las minorías le dieron su apoyo en la época de primarias. Y se prevé que esta tendencia se mantenga hasta noviembre.

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