San Cristóbal y Nieves, Cuba, El Salvador y Belice encabezan la lista de países de América Latina y el Caribe con los más altos promedios de población penitenciaria por cada 100 mil habitantes. El pequeño archipiélago caribeño que fue colonia anglosajona, con una tasa de 607, está en el tercer puesto mundial, precedido por Estados Unidos, con 698, y Seychelles, las islas africanas en el Océano Índico, con 799, mientras que Cuba, con 510 y sexto global, es la nación latinoamericana con el promedio más elevado, seguido por El Salvador, con 492 y séptimo del planeta, y por Belice, con 449 y en el décimo. Rusia tiene 445 y es undécimo.

“El problema más grande es el hacinamiento: genera consecuencias materiales infrahumanas”, dijo el suizo Andrés Casal, investigador del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en agua y saneamiento.

“Los programas vocacionales de integración social (de los reclusos) fallan por falta de espacio y de recursos. Entonces, la reinserción social no va a funcionar”, narró Casas a EL UNIVERSAL, tras participar en la capital panameña en un foro del CICR sobre la crisis carcelaria en Brasil, Bolivia, Colombia, Cuba, Paraguay, Perú, Venezuela, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Panamá.

Un informe de 2015 del Centro Internacional para el Estudio de las Prisiones (ICPS por sus siglas en inglés), de Londres, reveló que, desde 2000, la población penal mundial se incrementó en 20% y la población general mundial aumentó en 18%.

Cuba, con 11,2 millones de habitantes, tiene 57 mil 337 privados de libertad, según ICPS. La Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, que opera en la ilegalidad en Cuba, informó en abril pasado que en la isla hay 93 presos políticos, de los que 11 están en arresto domiciliario.

El Salvador, con 6,4 millones de habitantes, cerró 2015 entre las naciones más violentas del orbe sin estar en guerra, con una tasa de 115.8 homicidios por cada 100 mil personas y, de acuerdo con el Centro, tiene 31 mil 686 reclusos. Un estudio de la Universidad Centroamericana, de San Salvador y regida por jesuitas, precisó que la capacidad de los penales apenas es para 10 mil reos.

Venezuela, que sin sufrir conflicto armado es de las naciones más violentas del mundo superada por El Salvador, registró 55 mil 7 presos en 30.8 millones de habitantes y, según la oposición venezolana, hay por lo menos 78 que son prisioneros políticos.

Cifras penitenciarias

La tasa media por cada 100 mil personas en América del Sur es de 242 y en el Caribe es de 347, mientras que el incremento de la población penal desde 2000 fue de 14% en EU, más de 80% en Centroamérica y de 145% en América del Sur, precisó ICPS.

Para el suizo Juan Pedro Schaerer, jefe de la delegación del CICR para México, Centroamérica y Cuba, “los altos niveles de reclusión y la falta de medidas adecuadas” para enfrentar el “creciente” número de reos “han hecho que muchas de las cárceles” en América Latina y el Caribe excedan la “capacidad instalada” de los sistemas penitenciarios.

Con hacinamiento y saturación, las cárceles regionales alimentan una vieja ecuación en masivos sectores: sufrir marginación social, caer en la delincuencia, inseguridad y violencia y ser encarcelado para luego, sin adecuada reinserción social desde los penales, recuperar la libertad y salir a causar más violencia e inseguridad, retornar a la cárcel, padecer más exclusión y ahondar el tenebroso círculo de caos.

“Un problema es la violencia en prisiones, porque cuando los servicios están saturados va haber competencia para acceder a esos servicios, como la cantidad de agua: impera la regla del más fuerte y genera muchas vulnerabilidades”, lamentó Casas.

Un ejemplo, explicó, es el agua: si escasea por hacinamiento y saturación, su calidad colapsa, surgen problemas de higiene personal y de limpieza de celdas y aparecen las enfermedades de la piel o la tuberculosis. “Un preso con tuberculosis es como meter una bomba de relojería en una cárcel”, describió.

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