Los 41 muertos del triple atentado suicida contra el aeropuerto Ataturk en Estambul han puesto de manifiesto la capacidad y voluntad del Estado Islámico (EI), probable autor de la masacre, de herir a Turquía en su punto más sensible: el turismo.

De confirmarse la autoría del EI, será su tercer atentado en Estambul contra el sector turístico, tras el de la Mezquita Azul en enero, con 12 muertos, y el de la céntrica calle Istiklal en marzo. Se trata de la fase más reciente de una relación entre el gobierno turco y el yihadismo que ha empeorado desde agosto de 2014, cuando el entonces ministro de Exteriores y después primer ministro, Ahmet Davutoglu, dijo que “se puede considerar al EI como una estructura radical, terrorista”.

Las declaraciones contrastaron con la relación que el país mantenía con el EI todavía en 2013, cuando las banderas del grupo ondeaban en las calles de Estambul durante marchas progubernamentales. Ankara trataba al EI en Siria con cierta indulgencia, tanto por combatir contra el régimen de Bashar al-Assad como por ser un baluarte contra la expansión de las milicias kurdas en el norte del país vecino.

La relación empezó a cambiar con los ataques terroristas del EI en suelo turco, en junio de 2015, contra un mitin electoral de la izquierda prokurda y en julio contra una reunión de la misma orientación en Suruç, en el que murieron 32 personas. Días más tarde, Turquía abrió la base aérea de Incirlik, a 120 kilómetros de la frontera siria, a la coalición antiyihadista, encabezada por EU, para atacar al EI en el norte de Siria.

Los atentados suponen un duro golpe para el gobierno turco, dado que su buena imagen ante el electorado, también en los sectores conservadores y religiosos, depende de su gestión económica y su capacidad de garantizar la estabilidad.

Además, el turismo, con unos 40 millones de visitantes al año, sostiene 12% del PIB turco, pero este año ya se ha visto gravemente afectado, no sólo por los atentados, sino por una crisis diplomática con Rusia, segundo país emisor de turistas, que en los últimos Erdogan ha tratado de distender. EFE

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