Una marcha de miles de estudiantes en la capital chilena terminó ayer con incidentes y el saqueo a una iglesia católica que incluyó la destrucción de una figura de la crucifixión de Jesús, en una nueva señal de radicalización del movimiento que exige profundos cambios en la educación.
Al final de una manifestación pacífica de secundarios y universitarios en la que hubo unas 150 mil personas, según organizadores, en reclamo de más participación en el proyecto de ley sobre la Educación Superior que el gobierno de Michelle Bachelet enviará al Congreso en el curso de este mes, un grupo de encapuchados ingresó a la Iglesia de la Gratitud Nacional en el centro de Santiago y sustrajo una imagen de unos tres metros de Jesús en la cruz, que destruyeron en la avenida principal de la ciudad. “Quiero expresar la condena por parte del gobierno a este tipo de actos”, dijo a periodistas el ministro del Interior, Mario Fernández. “Independientemente de que se trate de una sede de un culto religioso, lo que acabamos de ver es un síntoma muy preocupante de lo que algunas personas están llegando a hacer en nuestro país”, añadió.
La acción se enmarca en un contexto cada vez más radicalizado del movimiento, que en las últimas semanas ha ocupado colegios e incluso ha irrumpido en el palacio presidencial.
El jefe del gabinete ministerial dijo que la policía inició una investigación para hallar a los responsables de la profanación del símbolo religioso, mientras que el obispo auxiliar de Santiago, Fernando Ramos, condenó el acto de violencia. Los estudiantes se desmarcaron de estos hechos. “Este no fue un acto del movimiento estudiantil, fue un acto de un grupo minoritario que claramente no entendió por qué estábamos marchando”, dijo Gabriel Iturra, dirigente de la Confederación de Estudiantes de Chile.
La protesta se efectuó en vísperas de que los dirigentes estudiantiles se reúnan hoy con la ministra de Educación, Adriana Delpiano, para hablar de la iniciativa sobre educación. Ayer mismo, Delpiano dijo sobre la financiación de la educación, uno de los puntos más cuestionados por los estudiantes, que “será el siguiente gobierno el que pueda ver de dónde van a salir los recursos”. Además, aquilató la posibilidad de compensar la inversión en educación con una nueva reforma tributaria, con los ingresos del cobre o con un impuesto a los graduados.
La manifestación, en la que jóvenes lanzaron piedras a la policía, que respondió con chorros de agua y gases lacrimógenos, coincidió con la rotura accidental de una matriz de agua en las cercanías del centro capitalino, lo que obligó a suspender el servicio del tren suburbano, que se inundó. Esto, sumado a las marchas, provocó caos vial durante horas.