“Creo que fue una disculpa. No pensé que fuera tan lejos y dijera tanto… para mí fue más que suficiente”. Fueron las primeras palabras de Eiji Hattori, de 73 años, sobreviviente del primer bombardeo atómico de la historia y quien hoy sufre de cáncer, tras el discurso que dio aquí el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

No hubo disculpa oficial, pero sí un llamado al desarme nuclear. “Tenemos una responsabilidad compartida de ver directamente a los ojos de la historia. Y preguntarnos qué podemos hacer diferente, para evitar que ocurra nuevamente este tipo de sufrimiento... Encontremos juntos la valentía para extender la paz y aspirar a un mundo sin armas nucleares”, dijo en el Parque de la Paz de la ciudad japonesa.

A su lado estaba el primer ministro japonés, Shinzo Abe. Los líderes de la primera nación que recurrió a un ataque nuclear y de la primera que lo sufrió juntos por primera vez en este lugar en el que murieron unas 140 mil personas por los efectos de aquella detonación ocurrida el 6 de agosto de 1945. Tres días después, otro ataque nuclear de EU en Nagasaki mató a unas 70 mil personas.

A la ceremonia de ayer asistieron siete “hibakusha”, sobrevivientes del ataque. Obama abrazó a algunos. Entre ellos, Sunao Tusboi, de 91 años y en cuyo rostro todavía son visibles las quemaduras que sufrió por la bomba. “Sostuvo mis manos hasta el final. Creo que es una persona muy sincera o tiene el corazón para ser solidario”, dijo de Obama, a quien, por primera vez durante el acto, hizo reír al decirle que con sus palabras acerca de la felicidad lo hizo sentirse “más joven”. Poco menos de una hora duró su estancia en el parque, pero a decir de Abe, logró su cometido: “Estrechar la amistad entre antiguos enemigos”.

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