Unas 150 personas murieron y al menos 200 resultaron heridas el lunes como consecuencia de una serie de explosiones en las ciudades costeras sirias de Jableh y Tartous, una zona controlada por el Gobierno que alberga bases militares rusas, dijeron medios estatales y observadores.

El grupo Estado Islámico reivindicó los ataques en las ciudades del Mediterráneo que hasta ahora habían quedado al margen de los peores hechos de violencia del conflicto, y dijo que tuvieron como blanco a miembros de la minoría alauita del presidente Bashar al-Assad.

El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos dijo que al menos 148 personas murieron en los ataques perpetrados por al menos cinco suicidas con bombas y en otros dos hechos en los que se pusieron explosivos en automóviles. En tanto, medios estatales reportaron que hubo 78 fallecidos.

Los ataques fueron los primeros de su tipo en Tartous, donde Rusia -aliado de Assad- tiene una instalación naval, y Jableh, cerca de una base aérea operada por Moscú.

El Kremlin dijo que los hechos remarcan la necesidad de presionar por las conversaciones de paz, tras el colapso de un cese al fuego este mes debido a una intensificación de la violencia en un conflicto en el que al menos 250.000 personas han muerto.

Una de las cuatro explosiones en Jableh se produjo cerca de un hospital, y otra fue cerca de una estación de autobús; mientras que los ataques en Tartous también apuntaron contra una estación de autobús, dijeron el Observatorio y medios estatales.

Estado Islámico se adjudicó los ataques en un comunicado publicado por la agencia de noticias del grupo, Amaq. EI también sostuvo que los hechos fueron en un área dominada por el Gobierno "para que ellos experimenten las muertes que los musulmanes han tenido que soportar por los ataques aéreos de Rusia (y el Gobierno sirio)".

Amaq dijo que 10 combatientes de EI murieron en los hechos, cinco en Tartous y otros cinco en Jableh.

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