Washington.— En una era dominada por el miedo a la amenaza terrorista y el resurgimiento de un Estado policial, el director ejecutivo del Centro de Derechos Constitucionales (CCR), Vincent Warren, ha sido uno de los más tenaces guardianes de las libertades y de los derechos civiles en Estados Unidos.

Desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, la suya ha sido una voz incansable contra los abusos desde el poder —como los programas de espionaje masivo—, la violación de los derechos humanos de las minorías, los excesos perpetrados bajo la presidencia de Barack Obama en Guantánamo y las campañas que han lastimado y hecho de los inmigrantes y los refugiados los sospechosos habituales de una amenaza terrorista que criminaliza al más débil, o al diferente.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Warren advierte sobre el riesgo que representan programas contraterroristas que han sido diseñados para combatir la amenaza del Estado Islámico (EI), pero que, al mismo tiempo, han servido de coartada para levantar muros, para confeccionar listas negras y para socavar el derecho y las libertades de millones de ciudadanos en Estados Unidos y países aliados.

Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, EU se embarcó en una guerra que parece no tener fin contra la amenaza terrorista. Últimamente, tras los ataques en París y en Riverside, California, hay quienes sostienen que, en esta larga batalla, quienes están perdiendo en el terreno de las libertades y de los derechos son los ciudadanos de esas democracias. ¿Qué opina al respecto?

—Coincido con ello. Creo que en cierto sentido estamos perdiendo la batalla en el terreno de los derechos civiles… Creo que uno de los grandes desafíos globales es cómo responder a la amenaza terrorista sin convertir a los ciudadanos de una nación democrática y libre en sujetos de una campaña de excesivo escrutinio desde el gobierno que vulnera sus derechos y su privacidad. El gran error de algunos gobiernos, incluido el de EU, es el de pensar que cada uno de sus ciudadanos puede considerarse como una amenaza en potencia y por ello mismo todo el mundo debe ser vigilado, debe ser espiado, debe ser considerado una amenaza en función de sus orígenes, su religión y de sus costumbres, pero no en función de elementos objetivos que evidencien una amenaza terrorista. En este sentido tenemos la actuación de los gobiernos tratando de evitar los ataques antes de que éstos ocurran. El problema es que, mientras buscan evitar que se produzca un ataque, le hacen la vida realmente difícil a millones de personas que son incapaces de escapar a este escrutinio continuo. Ese es el principal problema. La forma en que los gobiernos están afectando las libertades y los derechos civiles de millones. En este sentido, uno de los factores que más preocupan es el uso por parte de agencias del gobierno de estereotipos raciales y religiosos. Y por esta razón hay la percepción, por ejemplo, de que la gente que comulga con la fe musulmana es más proclive a cometer crímenes que la cristiana. Esto afecta a los inmigrantes y también a los refugiados, a quienes se considera como potenciales criminales cuando se les compara con el resto de la población.

Todos sabemos que esto no es cierto. Sabemos que esto no se corresponde con la realidad. El problema es que, cuando el gobierno pone en marcha programas de espionaje o de escrutinio, lo hace pero dirigiéndolos hacia ciertas comunidades étnicas a las que se considera sospechosas, vulnerando así principios y leyes en el terreno de los derechos civiles y las libertades.

A propósito de los programas de espionaje y vigilancia masiva, en EU hay quien sostiene que Edward Snowden, el ex analista de la CIA que denunció la existencia de programas de espionaje masivos contra millones de ciudadanos dentro y fuera de la Unión Americana, es un héroe. Pero también hay quienes desde el gobierno y la comunidad de inteligencia lo consideran un traidor. ¿De qué lado está usted a la hora de valorar las denuncias de Snowden?

—Yo estoy convencido de que Edward Snowden le hizo a EU y a la comunidad internacional un gran servicio. Sus revelaciones han sido muy beneficiosas para toda democracia que se precie de serlo. Snowden tuvo el valor de exponer actividades ilegales perpetradas desde el gobierno. Un gobierno que se dio de baja y permitió que ocurrieran. Con mucha frecuencia, personajes como Snowden son atacados, envilecidos y criminalizados ante los ojos de la opinión pública. Pero creo que a la mayoría de los ciudadanos nos gustaría vivir en una sociedad en la que todos tenemos el derecho a saber qué es lo que el gobierno está haciendo en nuestro nombre.

En el caso del presidente Barack Obama, nos encontramos en el último año de su mandato y si hay algo que sigue lastrando su legado en el terreno de los derechos humanos, es la cárcel militar de Guantánamo que prometió cerrar cuando llegó a la presidencia. ¿Qué opinión le merece esta promesa incumplida de Obama?

—Bueno, creo que el presidente tendrá que vivir con el hecho de que el centro de detención de Guantánamo permaneció abierto durante la mayor parte de su mandato. Más incluso que durante la presidencia de George W. Bush. El cierre de Guantánamo ha sido uno de los grandes desafíos de Obama y estoy seguro de que seguirá intentando hasta el último momento clausurarlo porque, de no ocurrir así, tendrá que resignarse al hecho de que su legado estará marcado por el incumplimiento de una de las promesas más solemnes de su presidencia. Se le juzgará por no haber sido capaz de rectificar una situación terrible e ilegal que ha servido al extremismo violento de coartada para seguir atacando a Estados Unidos y a sus aliados…

Y qué se puede decir de los más de 11 millones de indocumentados que siguen viviendo en las sombras, como ciudadanos de segunda o tercera clase. ¿No son un testimonio vivo de que EU ha sido incapaz de estar a la altura de su historia como nación de inmigrantes y de sus valores como democracia?

—La situación de los inmigrantes en EU es vergonzosa. Tenemos a millones de personas que, a pesar de no tener documentos, llevan una vida productiva, mantienen a una familia, contribuyen a la economía y a hacer de la nuestra una sociedad mejor. No obstante, hay muchas fuerzas que han buscado criminalizarlos, de ponerlos en situaciones muy duras y humillantes, separando a familias, deportando a varios de sus miembros.

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