Un niño sirio de 12 años fue torturado frente a su padre y ambos, junto a nueve personas más de religión cristiana, sufrieron la pena de crucifixión a manos de Estado Islámico (EI) al no acceder a convertirse al islam como los yihadistas les exigían.

Todas las víctimas pertenecían a una misión cristiana que se encontraba en un poblado cerca de Alepo, Siria, según informa la Christian Aid Mission, organización de la que eran parte.

El crimen ocurrió el mes de agosto, cuando los yihadistas tomaron el lugar, como lo han hecho en otras partes del país.

Según narraron a la organización cristina los familiares de las víctimas que sobrevivieron tras esconderse, el niño que fue crucificado era hijo de un ministro cristiano sirio que fundó nueve iglesias en el país.

Los militantes del Estado Islámico preguntaron a los misioneros si querían convertirse al islam, pero al negarse a renunciar a Cristo, su tortura comenzó.

Antes de ser crucificado, al menor le fueron amputados los dedos de su mano ante la mirada de su padre y de una multitud.

Los yihadistas “dijeron a su padre que dejarían la tortura sólo si él, el padre, se convertía al Islam”, describe la Christian Aid Mission en un comunicado.

Tras negarse, ambos fueron golpeados, explica la organización humanitaria, y posteriormente crucificados junto a otros dos misioneros. Los yihadistas mantuvieron los cuerpos por dos días en las cruces amenazando a cualquiera quisiera retirarlos.

Tras estos asesinatos, continuaron con la tortura y violación de dos misioneras frente a una multitud para finalizar con su decapitación y crucifixión junto al resto de los misioneros.

“Algunos testigos dijeron que los misioneros rezaron en nombre de Jesús antes de ser ejecutados. (…) Una de las mujeres levantó la vista al cielo y parecía estar casi sonriendo al decir '¡Jesús!'", se informó.

El Estado Islámico calificó a sus víctimas de "infieles".

ahd

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