Viena.— El primer autobús con refugiados provenientes de Hungría llegó anoche a la frontera con Austria después de que el primer ministro austríaco, Werner Faymann, y la canciller alemana, Angela Merkel, acordaran permitir el ingreso a sus países, como medida excepcional, de los inmigrantes que comenzaron a abandonar Budapest y emprender el camino, a pie, hasta Viena, desde donde pretenden llegar a otras ciudades europeas.

La decisión se produjo mientras en Siria, Abdulá Kurdi, quien perdió a su esposa y dos hijos al naufragar la embarcación en que viajaban rumbo a Europa, enterró a su familia en la “Ceremonia de los Mártires”, en la ciudad mayoritariamente kurda de Kobani. La foto de uno de los niños, Aylan, de 3 años, en la orilla de la playa turca de Bodrum, dio la vuelta al mundo, provocando indignación ante lo que se ve como inoperancia de las naciones desarrolladas en la ayuda a los refugiados.

Abdulá dijo que esperaba que la muerte de su familia motivara a los Estados árabes a ayudar a los refugiados sirios. “Quiero que los gobiernos árabes —no los países europeos— vean [qué les pasó a] mis hijos y que por ellos ayuden a la gente”, dijo a periodistas en el cruce fronterizo mientras las ambulancias trasladaban los tres cuerpos desde Turquía a Siria.

Sin embargo, no todas las reacciones fueron de solidaridad. Una de las más duras provino del diputado británico ultraconservador Peter Bucklitsch, quien tuiteó que en la foto, Aylan se veía “bien vestido y bien alimentado”, y que la culpa de su muerte es de sus padres, cuya “codicia con la buena vida en Europa” los llevó a dejar Turquía. La declaración desató una oleada de críticas en las redes sociales.

En tanto, cientos de refugiados fueron perseguidos en el sur de Hungría tras huir de un centro de acogida en Röszke, en la frontera con Serbia, y se desataron algunos enfrentamientos.

La gente, desesperada por la decisión del gobierno húngaro de impedirles salir del país en tren, decidió iniciar a pie el camino de más de 200 kilómetros que separa Budapest de la frontera austríaca, desde donde muchos pretenden llegar a Alemania. Alrededor de mil migrantes más que llevaban días esperando en la estación de ferrocarril Keleti y sus aledaños también emprendieron la marcha, que se convirtió en un éxodo de refugiados, sobre todo de hombres jóvenes, pero también de algunas familias, recorriendo la autopista M1, mientras ciudadanos húngaros les ofrecían víveres.

Poco después, el gobierno húngaro anunció el envío de una flota de autobuses a la estación de Keleti y a la autopista para trasladar a los migrantes a Austria y el canciller austríaco, Werner Faymann, anunció a través de Facebook que “debido a la situación de emergencia actual en la frontera con Hungría, Austria y Alemania acordaron en este caso que los refugiados continúen su viaje hacia ambos países”, ya sea para quedarse o de paso.

Unos 2 mil 200 austríacos se habían sumado ya a una campaña para organizar una caravana de vehículos en Viena para trasladar a los migrantes.

Horas antes, el Parlamento húngaro aprobó leyes para controlar el flujo de inmigrantes, dando a la policía más autoridad y estableciendo castigos que incluyen penas de prisión para los que crucen ilegalmente la frontera. “Europa está amenazada por un flujo masivo de personas”, dijo el primer ministro húngaro, Viktor Orban. “De repente veremos que somos una minoría en nuestro propio continente”, agregó.

Más de 300 mil personas han llegado a Europa por mar en lo que va del año y más de 2 mil 600 han muerto en el intento.

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