Jerusalén.— Cuando Dani Dayan se despertó, el viernes, en su casa en el asentamiento Maale Shomron en el que vive desde hace 27 años, y se enteró del asesinato del bebé palestino Ali Dawabsha en la aldea Duma —que se supone fue perpetrado por extremistas judíos—, creyó que el cielo se había caído. Entre 2007 y 2013, Dayan encabezó el Consejo YESHA, ente representativo de las comunidades judías (asentamientos) en Judea y Samaria, términos bíblicos para Cisjordania. Pero el extremismo, dice en entrevista con EL UNIVERSAL, no conoce fronteras.

¿Cómo se siente sabiendo no sólo cuál fue el resultado del atentado sino que se estima que fue obra de israelíes fanáticos?

—Este viernes fue un día desesperante. Lo que pasó fue una atrocidad de una magnitud que no se puede imaginar. Y por supuesto, como israelí, como judío, siento una gran vergüenza por un hecho tan atroz de mis compatriotas.

Además, parecería que fue perpetrado por elementos extremistas que pueden ser parte de la población, que es también la suya, la residente en los asentamientos...

—El viernes fui al hospital Tel Hashomer junto con el jefe de la oposición israelí Isaac Herzog y la ex canciller Tsipi Livni, dos oponentes ideológicos míos, a visitar al niño de 4 años palestino que está luchando por su vida con quemaduras graves. Y recordé que hace seis meses estuve en el mismo lugar visitando a una pequeña vecina mía, Ayala Shapira, con quemaduras iguales infligidas por un cocktail molotov lanzado al coche de su padre por un palestino.

Y lo que pensé es que en estas cosas no hay derecha e izquierda, no hay árabes y judíos, no hay residentes de Tel Aviv y de Judea y Samaria. Hay personas decentes, con valores morales, y hay criminales. Y el deber de nosotros, las personas con conciencia moral, es tener intolerancia absoluta a los perpetradores, sean palestinos o judíos.

Como habitante de un asentamiento ¿era importante para usted hacer esa visita?

—Por supuesto. Creo que nosotros, en las comunidades israelíes en Judea y Samaria, tenemos una responsabilidad especial para erradicar este mal de nuestro cuerpo. Yo no uso ligeramente esta palabra, pero estos hechos son un cáncer en la sociedad israelí y en la sociedad de las comunidades israelíes en Judea y Samaria.

Son un cáncer que si no erradicamos rápidamente, por todos los medios, recalco, todos los medios, que están a disposición de las agencias de la ley, nos va a causar a todos, israelíes, palestinos, residentes de Tel Aviv, de Judea y Samaria, de Ramalá, daños increíbles.

Tenemos que parar esta ola de maldad, de todos los lados, israelí y palestino, inmediatamente, forzosamente. Y sí, como habitantes de esa zona, nosotros tenemos una responsabilidad especial.

Usted no es una persona observante, pero parte del público de los asentamientos sí lo es. ¿Cree que hay allí un problema, de un sector con enfoque fundamentalista?

—Somos una sociedad democrática. Uno puede encontrar un rabino para cada ideología, como un experto militar para cada estrategia que quieras adoptar. Toda la gama existe. Por supuesto que en una sociedad como la israelí, de más de 8 millones de personas, y en la comunidad de Judea y Samaria, de más de 400 mil personas, tenemos también nuestros grupos de lunáticos. Sin ninguna duda. Y cuando los lunáticos pasan a tomar en sus manos las acciones, entonces hay que tomarlos con mucha seriedad.

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