Roma.— Para el profesor Antonis Liakos, uno de los intelectuales de mayor prestigio en Grecia, presidente de la Comisión Internacional de la Historia y Teoría de la Historiografía y autor de diversos libros, Alexis Tsipras “no politizó la crisis griega, lo que hizo al convocar el referéndum fue sacar a la política de la obscuridad”, iniciativa que no comparte la Unión Europea (UE), porque no quiere que “la democracia interfiera en sus mecanismos económicos” ni en esta lucha, que es como “la de David contra Goliat”, en la cual están en juego “las ayudas económicas a Grecia, pero sobre todo la dignidad que se ha perdido, ésta es la esencia del referéndum”.

Profesor, con el referéndum Tsipras politizó el problema económico griego, ¿qué significado tiene ésta que podríamos llamar novedad?

—En realidad Tsipras no politizó la crisis económica visto que la misma, desde un inicio, ha sido siempre política, porque las decisiones que Grecia y Europa han adoptado al respecto siempre han sido políticas. Los problemas económicos se mueven en un ámbito amplio y complejo en el cual la política juega un rol fundamental. La verdadera novedad es que Tsipras ha dado mayor visibilidad a una política en gran parte obscurecida debido a los graves problemas económicos financieros de Grecia y otros países de la eurozona.

La decisión de la canciller alemana Angela Merkel de seguir negociando con Grecia hasta después del referéndum hace pensar que confía en una victoria del “sí “a la austeridad...

—El problema de fondo es el ultimátum que dio la Comisión Europea, al cual Tsipras respondió diciendo que en esas condiciones era justo que el pueblo griego decidiera democráticamente su futuro. Esto no gustó a Europa porque no quería que la democracia interfiriera o condicionara sus mecanismos económicos. El problema es que este referéndum no es del todo libre visto que al bloquear los créditos a los bancos griegos, con las graves consecuencias que esto ha comportado, el Banco Central Europeo (BCE) ha condicionado el desarrollo de referéndum.

Visto que las partes han dicho que independientemente del resultado del referéndum volverían a la mesa de las negociaciones, ¿qué cambia para Grecia con esta iniciativa?

—En mi opinión, las próximas negociaciones serán como una especie de teatro, porque en realidad lo que estamos viviendo es una guerra en la que las partes se acusan mutuamente de no querer llegar a un acuerdo, lo cual ha impedido llegar a una solución definitiva. Se trata de una lucha como la de David contra Goliat, pero es claro que la UE espera la victoria del “sí” porque, de confirmarse esta previsión, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, eso creen, debería renunciar, lo cual abriría las puertas a un nuevo gobierno negociador.

El gobierno de Atenas es muy criticado porque al parecer no quiere afectar los intereses de los armadores, alzar la edad para jubilarse y tampoco reducir los altos niveles de las mismas...

—Todo esto es mentira, lo que pasa es que Grecia se ha convertido en el leproso de Europa. La reforma fiscal propuesta para los armadores fue rechazada por la Comisión Europea debido, seguramente, a que también afectaba a las naves europeas que atracan en nuestros puertos.

Si bien ahora menos, Europa teme que los países de la eurozona en dificultades puedan ser contagiados, seguir el ejemplo griego...

—Yo esperaría que se diera un contagio político, pero tenemos que esperar para ver si los temores de Europa están realmente fundados.

 El ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, ha ventilado la posibilidad de introducir dos monedas en el país, el euro para las operaciones con el exterior y el Dracma u otra para las locales...

—Es posible que esta propuesta pueda hacerse realidad visto que nuestra economía está intervenida y una segunda moneda podría estimular su crecimiento interno. La introducción de una doble moneda no es algo nuevo para nuestro país, pero la segunda divisa deberá tener una vigencia limitada en el tiempo, no puede ser permanente.

La mayoría de los analistas afirman que saliendo del euro Grecia empeoraría su situación; otros, en cambio, sostienen que peor que ahora el país ya no puede estar...

—Sí, seguramente la crisis se hará más aguda saliendo del euro, como lo que estuvo subrayando Europa en la víspera del referéndum para condicionar el voto, pero yo no creo que Grecia salga del euro.

¿En caso de perder el referéndum Tsipras renunciaría a su cargo?

—No, no creo. Convocó el referéndum sólo para dejar que la gente decidiera el futuro del país, por lo cual pienso que, aun con una victoria del “sí”, seguirá al frente del país porque, como ha dicho, su intención es seguir con las negociaciones independientemente del resultado de esta consulta.

Se dice que el referéndum fue un chantaje de Tsipras a Europa...

—Es por demás claro que los que afirman lo anterior son los que se oponen al esperado acuerdo con Europa y los acreedores griegos.

¿Qué cosa espera verdaderamente Grecia de Europa?

—Obviamente ayudas económicas, pero sobre todo recuperar la dignidad que se ha perdido. Esta es la esencia del referéndum.

¿Es posible que Grecia pueda sensibilizar a la izquierda y a partidos como el español Podemos, o el italiano Movimiento 5 estrellas?

—Esta es la gran esperanza del país, al cual también le gustaría poder suscitar no sólo una reacción positiva en otras naciones, sino una resistencia más amplia contra la actual política económica europea.

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