Roma.— La Iglesia católica italiana protestó ayer por medio su Conferencia Episcopal (CEI) por el reciente fallo del Tribunal Supremo que consideró que las escuelas religiosas no pueden ser eximidas de un impuesto sobre los bienes inmuebles.

El secretario de la CEI, Nunzio Galantino, manifestó que la decisión del Supremo —conocida el 24 de julio— es “una sentencia peligrosa” y pidió que “quien toma las decisiones, lo haga con menos ideología”.

El fallo del tribunal da la razón al Ayuntamiento de Livorno (centro), que en 2010 solicitó a instituciones dependientes de la Iglesia católica el pago del ICI (Impuesto Comunal sobre Inmuebles), al estimar que esos organismos tienen una “actividad comercial”, por lo que no pueden estar exentos.

Las autoridades municipales de Livorno habían reclamado a dos escuelas, la “Santo Spirito” y la “Immacolata”, el pago del impuesto correspondiente al periodo comprendido entre los años 2004 y 2009, pero los abogados de estas alegaron que no les correspondía por estar en pérdidas.

El tribunal ha estimado que la actividad comercial de esas dos escuelas está probada y no es “marginal”, circunstancia que podría haberles eximido del pago de la tasa.

Según medios locales de Livorno, la cantidad total reclamada a las dos escuelas asciende a unos 422 mil euros y la sentencia no considera como razón para no pagar la tasa el que las instituciones estén en números rojos.

“Tengo la clara sensación de que, con este modo de pensar, se busca el aplauso de algunos ideologizados. El hecho es que no se está reconociendo el servicio que prestan las escuelas públicas paritarias”, criticó el secretario de la CEI.

Ese tipo de establecimientos educativos, que reciben financiación del Estado, están mayoritariamente (63%) vinculados a la Iglesia católica y cobran tasas a los alumnos a los que imparten enseñanza.

Galantino aseguró a la agencia Adnkronos que “frente a los 520 millones (de euros) que reciben las escuelas paritarias, el Estado se ahorra seis mil millones y medio”.

Monseñor Galantino agregó: “Tengo la impresión de que se quiere presentar esto como un problema sólo católico. Ha llegado el momento de parar esto. Empecemos a llamar a las cosas por su nombre”.

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