La versión más fuerte y audaz del mensaje pastoral del Papa, acaba de interpretarse en su reciente gira sudamericana.

Francisco cuestionó con dureza al neoliberalismo, con un discurso en Santa Cruz de la Sierra que endulzó los oídos de Evo Morales y de varios gobiernos sudamericanos, pero no dejó de cuestionar los excesos de personalismo, en Ecuador, la falta de Justicia y la utilización de la pobreza por parte de los políticos en Paraguay y la falta de negociaciones de Chile para con Bolivia, en torno a la salida al mar, históricamente, reclamada por La Paz, sin olvidarse de apelar a la tolerancia y a la necesidad de los católicos de ocuparse de los problemas de la humanidad.

En síntesis, además de peronista, Jorge Bergoglio es Papa y no lo olvidó.

Sus posiciones expresadas como nunca antes en lo que lleva de papado, fueron lanzadas en América Latina.

Algo que no pasa desapercibido ni siquiera para los barones del Partido Republicano en Estados Unidos, en Septiembre próximo, en plena campaña electoral. Deberían comenzar a
preocuparse.

Como Sumo Pontífice, está obligado a mantener el liderazgo ético y moral, pero Francisco sabe que fue ungido en un momento de cambios en la Iglesia y en el mundo y lo pone de manifiesto en todo momento.

No le quita el cuerpo a ninguno de los preocupantes temas de la agenda internacional, mientras estrecha filas con Barack Obama de la misma forma que le envía una carta privada a Vladimir Putin con su “correo privilegiado”, la presidenta argentina Cristina Kirchner, con la que no lo une el amor, sino el perdón y el peronismo.

Las posiciones del Papa, lo llevan ya a ganarse enemigos en los sectores más conservadores de la Iglesia. No falta quien lo vaya a acusar de refundar la Teología de la Liberación.

Esos mismos deberían tener en cuenta que en sus días de Provincia de la Orden de Jesús en Argentina, se cuidó sobremanera de opacar esa corriente que avanzaba dentro de la Iglesia Latinoamericana. O que cuando ascendió a la jefatura de la Iglesia en Argentina, lo hizo con aires de renovación
pero con posiciones que los expertos consideraron siempre moderadas.

Y que fueron los Kirchner, a los que ahora ayuda a sobrellevar el gobierno, los que lo demonizaron, cuando en una jugada magistral, el entonces cardenal Jorge Bergoglio, le propinó una pequeña gran derrota electoral a los Kirchner que obligó al entonces presidente Néstor Kirchner a tener que renunciar a sus intentos de reelección permanente.

Fue en el 2009 en un plebiscito en la provincia de Misiones para la reelección de gobernador. Era el globo de ensayo de Kirchner para proponer lo mismo a nivel nacional. Bergoglio habilitó al obispo de esa provincia, el catalán Joaquín Piña a liderar el NO quien terminó por imponerse. Hoy todo es distinto.

Ese Papa que no es de izquierda pero abraza “la tercera posición” del peronismo, es el principal aliado de la presidenta argentina. Y su mano, más que su discurso de estos últimos días se observa a diario en la campaña electoral argentina.

Sus candidatos predilectos en Argentina, nada tienen que ver con la izquierda, pero sin con lo que el Papa cree que sería más llevadero para un país al que el futuro, precisamente, no le sonríe. Es el caso de Daniel Scioli.

Por eso hay que hacerlo caso al Santo Padre, cuando pide que recen por él. Además de Papa y peronista, es humano y tiene todo el derecho del mundo a equivocarse.

Por aquí pasó el Papa. En un viaje que no será difícil de olvidar y es más, que será una referencia en cada uno de sus pasos de aquí hasta que expire su papado.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses