Washington.— En un acto marcado por la necesidad de dejar atrás un pasado turbulento, el presidente estadounidense Barack Obama llamó ayer a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, “una aliada indispensable” en la agenda de Estados Unidos contra el calentamiento global, en la cooperación regional, en la expansión de nuevos mercados y en el robustecimiento de la democracia en todo el hemisferio.

A su vez, Rousseff elogió a Obama por su voluntad política para iniciar el proceso de reconciliación con Cuba y dejar atrás “uno de los últimos vestigios de la guerra fría”.

Tras casi dos años de tensiones provocadas por las revelaciones de espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad de EU a Rousseff en 2013, Dilma afirmó ayer, tras su reunión con Obama en la Casa Blanca, que “le creo al presidente Obama, quien me ha dicho que si en algún momento necesita información que no sea pública de Brasil, simplemente descolgará el teléfono y me llamará”.

Los mandatarios anunciaron una serie de acuerdos que pasan por la resolución de Washington y Brasilia para eliminar los obstáculos y alcanzar un “ambicioso acuerdo” durante la cumbre medioambiental que se celebrará en París hacia fines de este año. “EU y Brasil se han comprometido a aumentar la generación de electricidad a través de fuentes de energía renovable en un 20% hacia el año 2030”, aseguró Obama.

También acordaron eliminar trabas para la importación de carne brasileña a EU, aumentar el intercambio de estudiantes, relanzar programas para alentar la inversión en ambos sentidos y un ambicioso programa de cooperación militar.

“Que Rousseff haya conseguido que su visita se produjera en estos momentos la ha beneficiado”, consideró Paulo Sotero, director del Instituto de Brasil en el Centro Woodrow Wilson Center en alusión a los bajos índices de popularidad (10%) Dilma en su país.

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