Elmau, Alemania.— El grupo de siete de los países más ricos del mundo (G-7) cerró ayer su cumbre de dos días con énfasis en dos temas: el cambio climático y Rusia, al acordar establecer un límite vinculante para la emisión de gases con efecto invernadero y amenazar a Moscú con endurecer las sanciones en su contra si no termina la violencia en el este de Ucrania.

En ese contexto, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo que está frustrado por los fallos de una corte federal en su país que han estancado sus decretos sobre inmigración y que continuará presionando para arreglar el sistema.

En declaraciones a periodistas, Obama dijo que espera que la reforma migratoria sea un tema importante en la campaña presidencial de 2016. “Continuaremos presionando tan duro como podamos sobre todos los frentes para arreglar un sistema de inmigración que no funciona administrativamente”, dijo Obama.

La declaración final del grupo, reunido en el palacio bávaro de Elmau, incluyó el apoyo unánime a la meta fijada por Naciones Unidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre 40% y 70% para 2050 y acordaron situarse en la parte alta de esa horquilla, aunque sin especificar objetivos concretos a nivel nacional. Mostraron además su disposición a impulsar el Fondo Verde del Clima, mecanismo que debe estar dotado con 100 mmdd al año a partir de 2020 para apoyar a los países más vulnerables al cambio climático. Todo para que el incremento de la temperatura global no supere los dos grados respecto al nivel preindustrial.

Los jefes de gobierno de Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Canadá, Estados Unidos y Japón reconocieron para eso la necesidad de “descarbonizar” el mundo este siglo, es decir, sustituir combustibles fósiles como el carbón, el petróleo o el gas por energías renovables como la eólica y la solar. “No fueron negociaciones fáciles”, reconoció la canciller Angela Merkel, anfitriona de la cumbre, al anunciar los resultados.

Los defensores del medio ambiente llevan tiempo reclamando que se fije este límite y ayer celebraron como “sorprendentemente fuerte” el acuerdo alcanzado en Elmau.

Si el compromiso en torno al clima sorprendió por su ambición, la postura unánime del grupo frente a Rusia fue más que firme. “Si hiciera falta estamos dispuestos, aunque no lo queremos, a endurecer las sanciones”, señaló Merkel, aunque subrayando una vez más que todos los miembros creen que “el conflicto en Ucrania sólo puede resolverse de forma política”.

Más incisivo, Obama apuntó al “aislamiento” de Rusia, excluida por segunda vez del grupo desde su expulsión el año pasado tras la anexión de Crimea, y al “debilitamiento” que atraviesa la economía rusa.

“Las acciones de Rusia en Ucrania están perjudicando a Rusia y al pueblo ruso”, dijo Obama. Para el estadounidense, ahora es el presidente ruso, Vladimir Putin, quien tiene que decidir si sigue aislando a su país y dañando a su economía buscando “recrear la gloria del imperio soviético” o si reconoce que “la grandeza de Rusia no depende de violar la soberanía de otros”.

En otros temas, el grupo declaró como su “máxima prioridad” la lucha contra el terrorismo y su financiación. Obama prometió al primer ministro de Irak, Haider Al-Abadi, que su país aumentará “la capacitación y asistencia” a las fuerzas iraquíes en la lucha contra el Estado Islámico (EI), al admitir “retrocesos” en el combate contra los yihadistas.

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