or segunda ocasión durante su presidencia, Barack Obama se vio ayer  obligado a ofrecer explicaciones a un aliado europeo por un escándalo de espionaje que ha dañado la colaboración y la confianza que hoy más que nunca necesita para combatir la amenaza terrorista del Estado Islámico (EI).

El mandatario estadounidense tuvo que ofrecer disculpas y prometer un cambio en las prácticas de espionaje de sus agencias de inteligencia contra Francia en particular y la Unión Europea en general. Su gobierno reafirmó su compromiso de “romper con prácticas que pudieran haber tenido lugar en el pasado y que son inaceptables entre dos aliados”, señaló el Palacio del Elíseo, tras una conversación telefónica entre Obama y su par francés, François Hollande.

“El presidente (Obama) reiteró que hemos cumplido con el compromiso que hicimos a nuestros homólogos franceses a finales de 2013 y que no estamos interviniendo y no vamos a intervenir las comunicaciones del presidente francés”, señaló por su parte la Casa Blanca, en un comunicado que se produjo horas después de que París anunciara el envío a Washington del coordinador de los servicios de inteligencia, Didier Le Bret,  para analizar lo ocurrido y evitar que este tipo de episodios se vuelvan a repetir,  y convocara a la embajadora de EU en París, Jane D. Hartley.

El ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, exigió a la embajadora “respuestas rápidas” sobre si las escuchas han cesado, y consideró “inaceptables” estas prácticas, “más aún viniendo de un país aliado y amigo como Estados Unidos”.

El escándalo  lo desató el portal de filtraciones WikiLeaks, tras revelar que  la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estadounidense intervino comunicaciones de Jacques Chirac, Nicolas Sarkozy y del propio Hollande, entre 2006 y 2012.

En octubre de 2013, Obama enfrentó su primera gran crisis de confianza con Alemania, uno de sus aliados claves en el seno de la Unión Europea, luego de que la revista Der Spiegel, a partir de unos documentos filtrados por el ex analista de la CIA Edward Snowden, revelara que el teléfono celular de la canciller Angela Merkel fue objeto de espionaje por parte de la NSA.
El episodio desató un airado intercambio de reproches entre Washington y Berlín y el congelamiento de varios de los programas de cooperación para seguirle la pista a presuntos terroristas del EI.

Pero también afectó  las privilegiadas fuentes de información que Alemania tiene con Irán, una de las zonas oscuras para las agencias de inteligencia de Estados Unidos.

Obama se comprometió entonces con Merkel y sus aliados europeos a ponerle fin a ese tipo de prácticas de espionaje.  El proceso pasó por un nuevo marco de cooperación que ayer mismo recordaba la Casa Blanca ante el gobierno de Hollande.

Durante su conversación con Hollande, el presidente Obama le reiteró que su administración está “comprometida con una relación de inteligencia productiva e indispensable que permita hacer progresos contra amenazas comunes, incluido el terrorismo internacional y la proliferación de armas, entre otros”, según señaló ayer la Casa Blanca.

En Francia, los partidos ubicados más a la izquierda y la derecha del arco parlamentario aprovecharon el escándalo para reclamar al Ejecutivo galo que se oponga al tratado de libre comercio entre la Unión Europea y EU.

Amenaza directa. El partido ultraderechista Frente Nacional (FN) consideró que las escuchas de EU a los tres últimos presidentes franceses constituyen una “amenaza directa” contra el país, donde ayer mismo la Asamblea Nacional aprobó con carácter definitivo la polémica ley que da cobertura a la acción de los servicios secretos con el argumento de luchar contra el terrorismo.

El texto contempla procedimientos posibles de vigilancia e interceptación de información y comunicaciones entre ordenadores o teléfonos móviles (celulares), la instalación en vehículos de señales de localización por GPS o la colocación de micrófonos y cámaras.

En EU, expertos recordaron la necesidad de no quebrantar la confianza de aliados claves como Francia y Alemania, que han  sido de inmensa ayuda para los servicios de inteligencia estadounidenses en su lucha contra la amenaza del terrorismo del EI.

“Si el gobierno de EU pone en entredicho su lealtad y liderazgo con sus aliados europeos, la confianza y las capacidades colectivas de los aliados para combatir al terrorismo se verán seriamente comprometidas”, dijo  Kiron Skinner, de la Universidad de Stanford y experta en relaciones internacionales.  Con información de agencias

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