Los organizadores del concurso para premiar la mejor caricatura de Mahoma con una bolsa de 10 mil dólares fueron los encargados de anunciar el lugar y el sitio del desafío contra esa minoría de islamistas violentos, como los que ya han demostrado su resolución terrorista contra los dibujantes de la revista Charlie Hebdo, en París.

“Que se atrevan a atentar contra la libertad de expresión”, retó la organizadora del evento, Pamela Geller, una vieja conocida de organizaciones como el Southern Poverty Law Center que la ha colocado en la lista negra de los grupos que promueven el odio y que se ha encargado de propalar la insidiosa versión de que el presidente Barack Obama es musulmán y, además, el hijo secreto de Malcom X.

Como invitado de excepción al acto realizado en un local del distrito escolar de la localidad de Garland, Texas, estaba el polémico parlamentario holandés Geert Wilders, extremista de derechas y azote de la comunidad musulmana en Europa, a quien grupos como Al-Qaeda habían denunciado justo por esa postura.

“Éste no es un choque entre civilizaciones. Es un choque entre los valores de occidente y el barbarismo”, dijo al inaugurar el evento en un local fuertemente resguardado por la policía local y estatal.

Desde hacía varios meses atrás, la policía local de Garland había comunicado a las autoridades estatales su preocupación por la realización de este evento. Todo un reto para quienes ayer se vieron obligados a mediar entre los polos opuestos de un extremismo ciego y virulento. El primero, enarbola la bandera del cristianismo y mantiene una cruzada sin cuartel para agitar el fantasma de la islamización de Estados Unidos. El segundo, el terrorismo de una minoría islamista radical.

Ambas fuerzas chocaron la noche del pasado domingo con un saldo de dos atacantes abatidos y un oficial de la policía de tráfico herido en una pierna.

Uno de los protagonistas del atentado, que decidieron aceptar el reto de Pamela Geller y Geert Wilders, era vigilado desde hacía tiempo por agentes del FBI.

A Elton Simpson, residente de Phoenix, Arizona, los servicios secretos lo tenían en la mira desde 2006, cuando comenzó una amistad con un individuo que el FBI creía intentaba establecer una célula terrorista en Arizona, según documentos de la corte citados por la prensa. El cargo de intentar unirse a una red terrorista no progresó.

A Nadir Soofi, de 34 años, se le ha identificado simplemente como el compañero de Simpson en el apartamento que ambos alquilaban en de Phoenix.

Aún no están claras las razones del ataque, pero todo apunta a que estaba dirigido contra personajes que, desde hace varios años, son criticados y señalados por organizaciones terroristas, como Wilders.

“La actuación de estos atacantes ya había sido contemplada por los servicios de seguridad. En cierto sentido era un ataque esperado”, aseguró un agente policial en alusión al trabajo de unos oficiales que se habían coordinado con los organizadores del evento para evitar una tragedia como la ocurrida contra los periodistas de la revista parisina Charlie Hebdo en enero pasado.

“Yo estuve en contacto con la policía ante la eventualidad de un ataque terrorista”, confirmó la organizadora del evento, Pamela Geller, al salir al paso de decenas de cuestionamientos que le lanzaron varios medios para preguntarle si, acaso, el evento había sido en defensa de la libertad de expresión o un simple acto de provocación. Un duelo o un “mano a mano” con los extremistas islamistas.

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