En los últimos 25 años del siglo pasado, las generaciones de profesionistas tuvieron que entrenarse laboralmente para sortear los diversos escenarios de crisis económicas que recurrentemente registraba nuestra economía. El Milagro Mexicano que tuvo tasas de crecimiento del PIB de hasta ocho por ciento, llegó a su fin en 1976, y los esfuerzos para mantenerlo se hicieron insostenibles en 1982. Las devaluaciones, aumento de la deuda externa, el déficit público y la inflación que llegó a tres dígitos, así como las consecuencias negativas de la supuesta bonanza petrolera, dejaron secuelas de larga duración.

Aún recordamos que a finales de 1994 una fuga de capitales obligó al país a garantizar una serie de bases de un “blindaje económico”, que definió la importancia de preservar el equilibrio de las variables económicas fundamentales.

Entre ellas la exigencia de mayores elementos de solidez de las instituciones financieras, cuya regulación permitió sortear la grave crisis financiera internacional del año 2008, independientemente de sus serias repercusiones en nuestra economía. Dicho modelo ha sido preservado con ciertas modalidades hasta nuestros días. La flexibilidad cambiaria, así como la autonomía del Banco Central, la racionalidad del gasto público y los límites al endeudamiento han sido elementos que contienen las presiones inflacionarias y fomentan el ahorro. Hoy México es un país que ha logrado un largo periodo de crecimiento económico moderado, pero estable. Es un país más fuerte y consolidado que hace un cuarto de siglo y que por tercera ocasión consecutiva ha conjurado las crisis económicas que aquejaron al país al final de varios sexenios.

No obstante, las restricciones económicas aunadas a las deficiencias de otras responsabilidades públicas, fueron campo fértil para que ciertos grupos sociales encontraran incentivos perversos en la delincuencia como forma de vida.

Nuestra historia reciente también nos muestra generaciones que se han distinguido por sus contribuciones en las ciencias, las artes, los negocios, así como la modernización y consolidación de las instituciones públicas.

Hoy la inversión privada, nacional y extranjera reconoce la importancia de tener estabilidad económica y seguridad para que el país avance a mayor velocidad. Las lecciones más valiosas nos indican que la mejor solución se logra con utilidades para generar y capacitar empleos de mayor calidad. De ahí la importancia de acercar cada vez más a los jóvenes a las herramientas y las tecnologías digitales para abrirse espacios de negocios con horizontes de largo alcance.

Por ello es una prioridad ineludible sentar las bases de desarrollo de las nuevas generaciones con oportunidades de superación en tareas que contribuyan positivamente al progreso del país.

La educación y la capacitación laboral son elementos fundamentales de formación de las nuevas generaciones. La certeza de encontrar un espacio laboral en el sector formal de la economía debe ser un proyecto de vida que debe contrarrestar la gran incertidumbre que pesa en las nuevas generaciones acerca de su futuro. Un proyecto de vida que contenga los incentivos migratorios y fomente el arraigo regional y el impulso a competir a nivel nacional y global.

Es pues momento de pensar en el futuro de largo plazo para quienes empiezan a dibujar su proyecto de vida, como una estrategia nacional que asegure nuestra viabilidad como nación independiente y próspera; para que viva México, pero que viva mejor.

Rúbrica. Hay que mandar a los porros... a la porra. La UNAM debe ser terreno fértil para que florezca el conocimiento y el avance de las ciencias, no coto de poder de intereses obscuros.

Político, escritor y periodista. @AlemanVelascoM

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