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Un testamento, un fajo de billetes para gastarse sólo en servicios funerarios y las escrituras de las empresas de la familia que fueron hallados junto a los cuerpos sin vida de Mireya y sus tres hijos indica, al menos, que en el asesinato de la colonia San Jerónimo Lídice, en la Magdalena Contreras, hubo más participantes: los abuelos.

Él murió y ella sobrevivió; está en terapia intensiva.

La posición del abuelo que fue encontrado en un catre, al pie de la cama king size donde estaba de Mireya y sus hijos Emiliano, Arantza y Regina, recostados y tapados hasta el cuello, la pistola y la carta póstuma son elementos que hacen pensar a los abogados del padre, Leopoldo, que sus ex suegros también participaron en la muerte de sus pequeños.

El tener conocimiento de cuál era la medida adecuada de medicamentos para provocar una sobredosis que causara la muerte y el dejar las instrucciones precisas de qué hacer en caso de que el envenenamiento no fuera suficiente habla, explica la defensa, de una planeación del asesinato. “Los abuelos sí participaron en la planeación del homicidio de los tres niños”, comenta Miguel Saucedo, abogado y amigo de Leopoldo, quien ayer veló a sus tres hijos luego de que durante los últimos tres meses no supo de ellos porque su ex esposa cerró cualquier tipo de contacto, pese a las órdenes judiciales para cumplir con el cambio de la custodia.

Leopoldo se enteró de la muerte de sus hijos por medio de los periódicos. “Está devastado”, describe Miguel quien comenta que no todo lo que se ha dicho de la historia de la tragedia es preciso o cierto. De entrada, rechaza las acusaciones del presunto abuso sexual que Mireya denunció ante las autoridades ministeriales acusando al papá de los tres menores.


Y narra la otra versión de los hechos. La relación sentimental entre Leopoldo y Mireya se fue deteriorando porque ella era celosa.

La primera vez que se separaron, ya con Emiliano, quien tenía 3 años, ocurrió la primera denuncia de abuso sexual en la cual los peritajes sicológicos y físicos determinaron que no había tal y que la declaración del menor había sido inducida por la mamá.

Después se reconciliaron, tuvieron a las gemelas, los celos regresaron a la pareja y se volvieron a separar. Nuevamente lo denuncia por abuso sexual contra una de las niñas y Emiliano. El peritaje reveló que esto no ocurrió pero que ahora los abuelos también influían en el testimonio del niño, quien comentó que lo amenazaban con dejarlo sin comer si no decía lo que le pedían Mireya y sus abuelos. Era “alienación parental”, concluyeron los exámenes sicológicos.

Antecedentes del suicidio. Entonces Leopoldo pelea la custodia legal de sus hijos y salen a relucir los intentos de suicidio de Mireya, quien tuvo diversos ingresos hospitalarios por haber atentado contra su vida. Uno fue por sobredosis de medicamentos y la otra se cortó las venas.

El abogado de Leopoldo asegura que fueron siete años de litigar en tribunales y en la última etapa llegó hasta un tribunal colegiado para que se confirmara que tenía la custodia legal de sus hijos; pero ahí, refiere el abogado, es cuando pese a los ordenamientos judiciales ella empieza a incumplir con las visitas supervisadas en el Centro de Convivencia hasta que hace tres meses desaparecen.

Comenta que los niños le dijeron en la últimas veces que lo vieron que se habían cambiado de religión y que su mamá los ponía a rezar todo el día. Así fue la historia hasta que este jueves se enteró de la muerte, reclamó los cuerpos para velarlos. Mireya y el abuelo estuvieron en otra funeraria.

Ahora Leopoldo interpuso una denuncia por el homicidio en agravio de sus tres hijos y esperan que la abuela materna, quien sobrevivió y está en terapia intensiva, aclare lo que sucedió. Sin embargo, precisa que este delito se persigue por oficio y se harán las investigaciones correspondientes. De lo que no tienen duda es que los abuelos participaron en el homicidio.

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