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Naucalpan, Méx.— Entre luchadores rudos y técnicos que le rindieron tributo, Lady Cat se despidió del ring en la arena Caracoles, uno de muchos  cuadriláteros móviles  donde la amateur se presentó a lo largo de más de una década, hasta que le aplicaron un “martinete” que la dejó en coma y después muda.

“Ella siempre fue ruda”, no sólo en el ring sino en la vida misma  para sacar adelante a sus hijos. La  rudeza  le afloró  ante el coraje y la impotencia de ser golpeada por el padre de su hijo, por lo que decidió aprender a defenderse con la lucha libre, “para madrear a su marido  y defenderse de las golpizas”, relata casi con orgullo Gregorio Montaño Ortiz,  el padre de Lady Cat,  también  conocido como El Pariente o El Rey de las Botanas.

“¡Ya llegaron las tortas!”, fue el grito que Gregorio enseñó a su hija Paola, mismo que  ella  gritó por última vez  antes de perder la voz, cuando Corazón de fuego, una luchadora técnica le aplicó, contrario a sus principios, El Martinete, llave prohibida en la lucha libre.  Al rebotar la cabeza de  la ruda en el piso dejó a Lady Cat en  estado de coma por varios días, paralizada por casi un año y propició que  prácticamente perdiera su potente voz.

A Lady Cat o Paola Montaño Ortiz  la  buscan sus clientes por un preparado de agua mineral con limón y sal, tortas de mole y pollo o pepinos y jícamas con chile en los alrededores del palacio municipal.

Ahí, entre la vendimia, la luchadora se quita la máscara y deja su rudeza a un lado para atender el negocio. Sin embargo, no hay día en que no añore los triunfos que vivió   en el ring o no les provoque nostalgia el recordar las victorias sobre   algunas luchadoras que inclusive duplicaban su talla.

Rinden tributo. “La ruda, la ruda, la rudísima”, grita el animador de la arena Caracoles, José Padilla Peñaflor, cuando en la función dominical nocturna aparece Lady Cat vestida de negro, con su antifaz de gata, entre luces y reflectores, para decir adiós al ring... “Por respeto y por cuidado a su vida, pues sabemos que ella podría morir si vuelve a luchar”, nadie quiso confrontarla en un último encuentro, en cambio,  sí vinieron a rendirle tributo, tanto rudos como técnicos.

Primero, asistentes y compañeros de la lucha libre le aplaudieron durante un minuto, luego corearon el nombre de “Lady Cat”, en una improvisada melodía.

Durante su despedida la acompañó su hija “Baby Cat”, una pequeña enmascarada de  cinco años de edad.  La niña  aprendió de su madre algunas llaves de lucha libre. La afición por este deporte   de pre-escolar, donde, según dice Baby Cat,  su profesora y compañeritos desconocen que ella es un niña luchadora.

En un principio, Paola era una  madre soltera    que subió al  ring para ganar el sustento de sus hijos y aprender a defenderse ante la adversidad.

“Ella merece su retiro como una luchadora,  arriba de la lona, así como ella empezó, así debe acabar; sabemos de su lesión y el riesgo de que pierda la vida.. pero ella tiene agallas, aún así ella quiso salir de un cuadrilátero con la mano en alto”, señala Dela Hernández Manzanares, fanática de  las luchas, y aún más aficionada a la trayectoria de Lady Cat , la cual, luego de   casi 15 años, este 12 de Julio  terminó con un homenaje a una guerrera de la  la lucha libre.

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