Una tradición familiar de fin de año era visitar las plazas públicas, disfrutar de la iluminación, cenar antojitos y tomarse la foto con los Reyes Magos en los días previos a su llegada.

Durante varios años, el escenario ideal fue la Alameda Central y a su lado los grandes aparadores de la tienda Salinas y Rocha que hacían la delicia de los transeúntes al ser adornados con temas de la época navideña.

En sus alrededores las avenidas Balderas y Juárez presentaban vistosos adornos que animaban los paseos de los capitalinos y visitantes al primer cuadro de la Ciudad de México.

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