Las empresas constructoras se han convertido en un vecino incómodo para los habitantes de la colonia Nueva Santa María y sus alrededores. En una zona donde lo común es ver casas de dos o tres pisos, resaltan por su tamaño decenas de edificaciones nuevas y seminuevas que tienen el doble o incluso el triple de los niveles permitidos en el Programa de Desarrollo Urbano de la Delegación Azcapotzalco. Otros edificios aún siguen en obra negra.

José Luis es contador y tiene 25 años viviendo en la colonia. Otro vecino, del mismo nombre aunque de profesión ingeniero, tiene más del doble viviendo allí. Ellos han sido testigos de cómo su vecindario se ha llenado de edificios en los últimos tres años. Los efectos ya se resienten. El agua, que antes no faltaba, comienza a escasear; el tráfico en la colonia ha aumentado y también hay más ruido. No muy lejos de allí se levantan torres gigantescas que por su altura pueden verse desde otros puntos de la ciudad.

La Nueva Santa María no es el único lugar que sufre por el crecimiento desordenado de las construcciones. El problema está presente en todo el Distrito Federal. Entre 2010 y 2014 se registraron más de 6 mil manifestaciones de construcción en la ciudad de México para hacer obras nuevas, o bien, para ampliar o remodelar las existentes.

No todas las edificaciones se realizan de manera legal. De acuerdo con datos de la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial de la capital del país (PAOT), las denuncias por violaciones al uso del suelo crecieron 125% en el mismo periodo de cuatro años.

Miguel Ángel Cancino, titular de la dependencia, indicó a EL UNIVERSAL que aunque “no es un problema generalizado”, algunas empresas recurren a diversos métodos para construir edificios a todas luces irregulares. Abusos en la Norma 26, amparos en contra de la aplicación de los programas delegacionales, siembra de documentos falsos para hacer valer supuestos derechos adquiridos y hasta la abierta violación de la ley son algunos de los casos que la PAOT ha detectado en varios inmuebles.

Los vecinos entrevistados saben bien de lo que habla el procurador. Ante la indiferencia de las autoridades para dar solución a sus quejas, ellos se han organizado para investigar cada construcción y demandar su clausura en caso de detectar alguna anomalía. Tienen los inmuebles bien ubicados: Frambuesa 106, Cruz Gálvez 117, Nueces 213, Calzada de Camarones 427 y Guanábana 163 son algunos de los que están en su mira. Ya han logrado que algunos sean clausurados.

Inundan de edificios al DF

“Nos sorprendieron por todos lados”, expresa el ingeniero José Luis, al explicar que desde hace tres años notó que el problema de las construcciones irregulares se había agudizado.

Basta recorrer una hora las colonias Nueva Santa María, Hogar y Seguridad, Obrero Popular, Tlatilco y Victoria de las Democracias —en la delegación Azcapotzalco— para que de inmediato salte a la vista de cualquiera la construcción de edificios de seis o más pisos en una zona donde las viviendas son, en promedio, de dos niveles. En Calzada de Camarones hay torres que rebasan los diez pisos.

Junto a estos inmuebles es común ver mantas colocadas por los vecinos que están inconformes con su construcción. Son frecuentes las leyendas como “No a la construcción de más edificios en nuestra colonia”. En un edificio seminuevo de departamentos ya habitado se lee una lona que dice: “No compre problemas. Plan 83 y Casa Mía mienten”.

El descontento de los vecinos no es infundado. En primer lugar, el Programa de Desarrollo Urbano de la Delegación Azcapotzalco sólo permite construir en estas colonias viviendas de un máximo de tres niveles, con un 30% de áreas libres. El tamaño de las nuevas edificaciones dista mucho de lo que marca la normatividad vigente.

En segundo lugar, la densificación de estas colonias genera una presión en los servicios públicos, entre ellos la dotación del agua. “A estas horas [tres de la tarde] ya no hay agua. Ya ni puedes lavar los trastes”, señala un habitante de Nueva Santa María, colonia que además cuenta con tres pozos de agua.

El crecimiento sin control de las construcciones también provoca un mayor impacto vial, al grado que los vecinos se quejan de que ya no se pueden estacionar afuera de su casa, “tienes que poner un bote para que puedas estacionarte porque llega gente extraña”.

La problemática que viven los habitantes de esta demarcación no es un fenómeno aislado, sino que se extiende por todo el Distrito Federal. EL UNIVERSAL solicitó a cada una de las 16 delegaciones el número de manifestaciones de construcción tipo B y C registradas en sus oficinas, las cuales se utilizan para construir edificios de departamentos, de uso mixto o de usos distintos al habitacional.

Según los datos, entre 2010 y 2014 se registraron 6 mil 054 manifestaciones de construcción para realizar obras nuevas o para ampliar, modificar y reparar las existentes. La cifra puede ser incluso mayor, ya que la delegación Iztacalco no entregó la información correspondiente a los últimos tres años.

Benito Juárez y Miguel Hidalgo concentran casi 40% de las nuevas edificaciones. Le siguen después las delegaciones Cuauhtémoc y Álvaro Obregón. Milpa Alta señaló que las manifestaciones de construcción no son aplicables en su territorio porque se encuentra asentado sobre suelo de conservación.

El número de registros de construcción también se incrementó año con año, al pasar de mil 151 en 2010 a mil 301 en 2014, lo que significa un alza de 13%.

En el centro de la ciudad el fenómeno creció de manera más acelerada. En Benito Juárez, por ejemplo, el número de manifestaciones de construcción aumentó 90%, al pasar de 163 a 310 entre 2010 y 2014. En la delegación Cuauhtémoc hubo un incremento de 33% en el mismo lapso de tiempo.

Denuncias, al alza

José Luis participó activamente para detener la construcción de un desarrollo habitacional que la empresa DACTYSA S.A de C.V pretendía hacer en la calle Nueces 213. De acuerdo con la manifestación de construcción registrada en la demarcación Azcapotzalco, el inmueble iba a contar con ocho niveles, cuando el máximo permitido es de tres.

Frenar la obra no fue tarea sencilla, en principio porque las autoridades ignoraban las quejas de los vecinos.

“Si tú vas a la delegación o a SEDUVI [te dicen] ‘al rato le hablamos, mañana le damos la razón…’ Se pudo detener la obra porque aquí hicimos un plantón como seis meses, día y noche”, señalaron los habitantes de la colonia.

Casos como el de Nueces 213 abundan por toda la ciudad. En el último lustro se presentaron ante la PAOT 4 mil 712 denuncias por violaciones al uso del suelo, la mitad de ellas en Cuauhtémoc, Benito Juárez, Álvaro Obregón y Coyoacán. Es decir, que las delegaciones con más registros de construcción son a su vez las que presentan mayor cantidad de denuncias por violar el uso de suelo.

El número de denuncias creció 125% entre 2010 y 2014, pasando de 565 a mil 270. En Cuauhtémoc las denuncias pasaron de 35 a 161; en Benito Juárez, de 78 a 173; en Coyoacán, de 42 a 150 y en Miguel Hidalgo, de 56 a 193. Ninguna delegación se salva de tener denuncias.

Constructoras burlan la ley

En entrevista con este medio, Miguel Ángel Cancino, titular de la PAOT, detalló algunos de los medios que aprovechan las empresas constructoras para violar la ley. Uno de los más conocidos es el mal uso que se le dio a la Norma 26.

La Norma 26 —actualmente suspendida— se creó para promover la vivienda de interés social, permitiendo a las empresas construir edificios con más altura y con menos áreas libres de las previstas en los programas delegacionales. Sin embargo, había desarrolladores que usaban la norma para construir en colonias donde de entrada el precio de las viviendas es mayor al de interés social.

“Llegamos a encontrar departamentos que se vendían a la luz de la Norma 26 hasta en seis millones de pesos”, declaró el procurador.

Esto fue lo que sucedió en Nueces 213. Para lograr construir un edificio de ocho pisos donde la normatividad sólo permitía tres, la constructora tramitó los permisos correspondientes bajo el amparo de la Norma 26.

Pero éste sólo es uno de muchos mecanismos que las constructoras utilizan para burlar la ley. Otros casos detectados por la PAOT son el uso de documentación apócrifa para tratar de hacer valer supuestos derechos adquiridos, la tramitación de amparos en contra de los programas delegacionales para incrementar los niveles de construcción y la franca violación de la normatividad.

Los vecinos de Nueva Santa María lograron frenar la obra en Nueces 213, pero no siempre se corre con la misma suerte. “Hay casos donde acreditamos la irregularidad, pero ya se vendieron las casas y desafortunadamente ya no hay nada que hacer”, explicó Cancino.

Mientras tanto, en Nueva Santa María y las colonias aledañas, vecinos siguen en pie de lucha para combatir a las construcciones irregulares.

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