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Todos los proyectos de obras viales o de servicio de transporte público, como la Línea 7 del Metrobús, no cuentan con estudios de impacto integral, denunció la Academia de Ingeniería de México.

En conferencia de prensa, especialistas en la materia, informaron que este tipo de estudios, que se realizan en países de primer mundo como Estados Unidos y Japón, no son obligatorios en México, por lo que ninguna obra vial o de transporte público cuenta con estas evaluaciones.

Dichos estudios miden la durabilidad e impacto negativo y/o positivo que genera un proyecto de movilidad en toda la ciudad.

Angélica del Rocío Lozano Cuevas, secretaria de la Comisión de Especialidad de Ingeniería Municipal y Urbanística de la Academia, puso como ejemplo la Línea 7 del Metrobús, que correrá por Paseo de la Reforma.

Explicó que si se elimina un carril para el tránsito de autobuses, los automóviles tendrán menos espacio para circular, lo que generará más congestionamiento vial sobre Reforma y, por consiguiente más emisiones contaminantes. “A algunos automovilistas no les gustaría eso, y buscarán rutas alternativas y otros modos de transporte, los cuales se saturarán a futuro”, dijo.

Especificó que los estudios de impacto integral deben indicar cuáles serían los efectos secundarios de las obras viales, el tráfico que generarían en vías aledañas, los tiempos de recorrido de los viajeros que cambiarían sus patrones de camino, y las emisiones contaminantes que se generarían.

Sin estos estudios, los gobiernos realizan obras de transporte y movilidad sin una planificación integral, lo que puede ocasionar el colapso a futuro de dichos proyectos, como el Desnivel Mixcoac en el Circuito Interior.

“Lo que pasa con esas obras es que atraen tráfico inducido. Por ejemplo, si los vehículos ven que con las nuevas adecuaciones en el Circuito Interior pueden llegar más rápido a sus destinos, con el tiempo se concentrará el tráfico en esas adecuaciones y se hará un nodo vial, lo que ocasionará más emisiones contaminantes”, comentó.

“Los puentes en el Circuito Interior no se congestionaban al principio, ahora véanlo cómo está en las horas pico, ya sea en un sólo sentido o en los dos. ¿Qué pasa ahí? Es que se hacen vialidades que no tienen suficiente capacidad para soportar todos los vehículos, y ese es el problema”, dijo.

En caso de que los estudios de impacto integral de cierta obra resulten negativos para la movilidad de la ciudad, el proyecto debe modificarse o no llevarse a cabo.

Lo ideal, explicó, es que todas las obras viales o de servicio de transporte deben estar comunicadas entre sí para crear una red integrada y evitar que compitan entre ellos.

Los especialistas exhortaron a los legisladores a actualizar las normas y volver un requisito indispensable la presentación de estudios de impacto integral en proyectos de movilidad y transporte público tanto en la Ciudad de México como en el país.

“El problema es que este estudio [de impacto] no está en la ley, nos dimos cuenta que muchas obras de este tipo no estaban resultando con los objetivos esperados. Nadie requiere los estudios, ni los municipios, ni los gobiernos estatales, ni el gobierno federal cuando dan recursos”, afirmó Lozano Cuevas.

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