Marcos Grans tiene 37 años. Es comerciante y tiene tres hijas de 18 , 11 y dos años. Sus compras las hace en La Merced. “Ahí puedo conseguir una playera en 10, 20 o 35 pesos cuando mucho, ¡claro, depende del material!, dice .

“Compro en el centro de la ciudad la verdura, y ahí también consumo mis alimentos. Compro fruta y verdura en puestos de la calle. Me alimento también en puestos ambulantes con 20 pesos, cuando mucho 30. En las tiendas no puedo comprar porque la economía no alcanza; tampoco para comer en un restaurante. Una camisa en el centro comercial la encuentro mucho más cara que en La Merced. En Suburbia, por ejemplo, no encuentro una camisa en 20 pesos; por eso no consumo en ninguna tienda de esas de prestigio”.

Marcos se trasporta en combi y autobús. “En La Merced también compro mis artículos de higiene: pasta, cepillo de dientes, desodorante, jaladores, escobas. Ahí también compro los zapatos para mis hijas, me cuestan 50 pesos, por mucho 80.

“Si mis hijas me piden algo de una tienda comercial como Liverpool o Sears, les sigo que sí, que me esperen, pero luego no paso, no compro, o les compro algo en el centro sin decirles dónde lo compré.

“Música no compro porque tengo celular; y ahí la escucho en YouTube; o compro discos de 10 pesos. Yo sé que dicen que es ilegal esa compra y que fomentamos la corrupción con la compra de los discos pirata, pero no se ponen a pensar en la clase social a la que pertenecemos. Yo no tengo para comprar un disco a 150 o 200 pesos, porque con esos 200 pesos nos alimentamos yo, mi esposa y mis hijas en un día.

“En La Merced compro focos, trapeadores, jabón. El jabón lo venden por kilo, y el de ahí rinde más que el del centro comercial. Uno tiene que arreglárselas para ahorrarle en la economía, porque los gastos la verdad no alcanzan.

“Yo me gasto hasta mil 200, mil 500 pesos a la semana, en comidas, en cosas que nos piden de la escuela de mis hijas.

Marcos dice que no le alcanzaría para enviar a sus hijas a una escuela de paga. “En papelerías tipo Office Max, ni pensarlo. No entro. Igual me voy al centro de la ciudad porque también hay tiendas que venden lo mismo muchísimo más económico. Y también busco ir a las ferias de libro”, concluye.

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