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Entre peleoneros, negociadores, faltistas, productivos y conciliadores, la Asamblea Constituyente se conformó por diputados con perfiles muy distintos entre sí, los cuales trabajaron juntos para elaborar la primera Constitución Política de la Ciudad de México.

En los cuatro meses de trabajos de la Constituyente, Jaime Cárdenas e Irma Sandoval, de Morena, así como Roberto López, del PRD, o Esthela Damián de Movimiento Ciudadano se dieron a notar por ser de los más aguerridos para hablar en tribuna y hasta para armar bronca.

Cárdenas y Sandoval fueron los que presentaron más iniciativas y reservas al texto constitucional, situación que —con el tiempo— hasta molestó a diputados que los acusaban de protagonismo.

Jaime Cárdenas, de Morena, fue el diputado “del no” y el que presentó más iniciativas y reservas, una o más para cada uno de los 71 artículos del documento; al final consiguió que le aprobaran cuatro propuestas.

“¡En contra¡”, le gritaron varios legisladores en broma, cuando el académico y ex diputado federal pasó a firmar la primera Constitución, pues en cada discusión se oponía invariablemente a los temas discutidos para señalar deficiencias o mejoras posibles a los textos.

También evidenció su carácter temperamental cuando empujó y se manoteó con Alejandro Bustos, diputado del Partido Verde, por un comentario que no le gustó y hasta le llegó a levantar la voz a su propio líder de bancada, Bernardo Bátiz.

En tanto, la investigadora Irma Sandoval —en una misma noche— se lanzó en contra de todos sus compañeros al señalarlos como “levantadedos” y acusó de “violencia política de género” a Armando Rïos Píter, presidente de la comisión de Buen Gobierno, por desencuentros que tuvieron al redactar el dictamen final de dicha comisión, del cual Sandoval acusó que la excluyeron.

La legisladora Esthela Damián también “se puso los guantes de box” el 10 de diciembre al reclamar a Marcela Lagarde, presidenta de la comisión de Carta de Derechos, que habían ocurrido “negociaciones en lo oscurito y a nivel cupular” para sacar el dictamen de la comisión, mientras que Roberto López, vocero del PRD, se caracterizó por reclamar al PRI y PAN que no respetaban acuerdos previos o para señalar a Morena de ser los más faltistas.

La Asamblea Constituyente, que llegó a su fin el martes pasado, procesó mil 522 iniciativas ciudadanas y de diputados, además de 870 reservas de legisladores presentadas en la recta final del proceso.

En total, hubo mil 342 oradores, de los cuales 552 fueron de Morena; 244 del PRD; 136 del PAN y 115 del PRI.

Los negociadores. Entre los negociadores de la redacción de la Constitución están los coordinadores de las bancadas principales: Dolores Padierna, del PRD; Bernardo Bátiz, de Morena; César Camacho, del PRI; y Santiago Creel, del PAN, quien también fue de los que presentó más iniciativas.

Padierna Luna —incluso— presidió la Mesa de Consulta, donde fueron a parar todos los temas polémicos como la renta básica, el voto a los 16 años y hasta la prohibición del aborto.

A Bernardo Bátiz incluso le tocó ser conciliador dentro de su bancada, pues en múltiples ocasiones los morenistas tenían posturas muy distantes sobre un mismo tema.

Pero ellos no fueron los únicos. Eduardo Escobedo, del PRI, discreto y siempre sentado a un lado de César Camacho, fue uno de los principales negociadores y defensores de la agenda del partido tricolor.

El diputado Carlos Gelista hizo lo propio para el PAN, buscando consensar temas en materia de derechos humanos, pueblos y barrios originarios o hasta de participación ciudadana.

Claudia Aguilar, diputada del Ejecutivo Federal, también fue una de las más activas para su bancada y la del PRI, sobre todo en asuntos de derechos humanos, mientras que Clara Brugada, de Morena, estuvo muy participativa en varios asuntos como las alcaldías.

Para ello, incluso estaban presentes en comisiones de las cuales no eran integrantes. Ante tantas visiones distintas, Alejandro Encinas, presidente de la Mesa Directiva, logró ser un buen mediador y conductor de los trabajos de la Constituyente para terminar la Constitución en tiempo y forma, según afirmaron diputados y fuentes consultadas de la Asamblea.

Inasistencias y bajas. Entre los más faltistas estuvieron Roberto Gil, del PAN y Damián Alcázar, de Morena.

Salvo algunas excepciones, el senador Gil Zuarth se ausentó de septiembre a diciembre con el pretexto de que aún no se dictaminaban los artículos de la Constitución y fue a partir del 19 de diciembre que regularizó su asistencia, periodo en el que se aprobó el texto artículo por artículo.

El actor Damián Alcázar prácticamente fue un diputado señuelo de Morena para atraer a los votantes, pues él mismo comentó que tenía compromisos laborales para grabar programas de televisión al mismo tiempo que se realizaba la Asamblea Constituyente.

“Soy un ciudadano y hago lo que me plazca”, afirmó el diputado al regresar el 16 de diciembre y defender que también tenía que trabajar; sin embargo, asistió hasta el 11 de enero a las reuniones plenarias, cuando pidió licencia para dejar su cargo.

Los actores y también diputados de Morena Bruno Bichir y Héctor Bonilla también se ausentaron algunas semanas y regresaron a la Constituyente, mientras que el flautista Horacio Franco, del PRD, abandonó en noviembre pasado por carga de trabajo.

Con el mismo argumento, quien ni siquiera se presentó a la instalación de la Constituyente fue Joel Ayala, ex constituyente del PRI, quien el 11 de octubre pidió licencia por estar “saturado de trabajo en sus funciones como senador y líder sindical”.

Quienes se fueron por acusar un secuestro de “cuotas partidistas” fueron los morenistas Fabrizio Mejía y Mardonio de Carballo, incluso Carballo obtuvo una disculpa pública luego de denunciar discriminación racial.

Defensa del proyecto. Además de ser mediador gracias a su oficio político, Encinas mantuvo una postura de defensa del proyecto, como legislador designado por el jefe de Gobierno, lo mismo que Porfirio Muñoz Ledo.

En el caso del ex embajador, asumió además un rol de coordinador general de la redacción de la Constitución, resolvía dudas de distintas comisiones.

Muñoz Ledo, de 84 años, invirtió “cuerpo y alma” al menos en los últimos cuatro años para ver nacer la primera Constitución local, primero como comisionado para la Reforma Política de la Ciudad de México y luego como constituyente.

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