En los reclusorios de la Ciudad de México se busca que los internos se alejen de los malos hábitos y generen beneficios para salir anticipadamente, por lo que en las últimas fechas las autoridades penitenciarias han coordinado actividades para cumplir con esta meta, explicó Hazael Ruiz Ortega, Subsecretario del Sistema Penitenciario de la capital.

Actualmente hay 30 mil 423 personas en reclusión principalmente por delitos de robo calificado, homicidio y secuestro. Datos de la institución señalan que de la población carcelaria, mil 544 son mujeres, de las cuales mil 342 viven en el Centro Femenil de Reinserción Social de Santa Martha.

Para fomentar su reinserción se realizan diversas actividades educativas, industriales, culturales, talleres de trabajo y cursos de capacitación.

“La subsecretaría está abierta a instituciones culturales, artísticas, que deseen apoyar a las personas privadas de la libertad con actividades que coadyuven en su proceso de reinserción”, explicó Ruiz Ortega.

40% de las personas en la cárcel participan en disciplinas deportivas en el Sistema Penitenciario de la Ciudad de México. En el penal de Santa Martha los deportes que más se practican son el futbol soccer, tochito bandera, aerozumba, acondicionamiento físico, basquetbol, volibol y el box.

“La práctica de deportes en reclusión ayuda a que adquieran disciplina, salud, trabajo en equipo, y se alejen de los malos hábitos”, comentó.

Esta semana, con el apoyo de la Comisión de Box de la Ciudad de México, 63 reclusas iniciaron clases de este deporte en el Centro Femenil; el taller es impartido por entrenadores profesionales que manda la comisión y entrenan tres veces a la semana.

Ricardo Reyes Camacho, presidente de la Unión de Managers de la Comisión de Box de la Ciudad de México, y quién encabeza el taller, explicó que esta actividad comenzó hace dos meses, y que han visto potencial en al menos tres mujeres, quienes no habían tenido contacto con esta disciplina.

“Tenemos con ellas dos meses enseñándoles las técnicas del boxeo, empezamos en diciembre con unas pocas chamacas quienes participaron en un torneo interreclusorios; de aquí participaron ocho, cuatro ganaron, no habían entrenado y el resultado estuvo muy bueno”, dijo.

Orgulloso de sus discípulas, Reyes Camacho considera que en unos meses podrían ingresar algunas boxeadoras para pelear con ellas, pues dice que en poco tiempo de entrenamiento han tenido buenos resultados.

“Nosotros tenemos pensado traer de la calle, hacer una función de box y que pelen para ver su avance, hay gente interesada, muchos quieren participar. Es muy importante esta actividad porque nunca se había llevado a cabo el boxeo femenil dentro de un reclusorio, aunque si en los reclusorios de hombres”, explicó.

Entre las 63 mujeres que practican el box en el reclusorio se encuentran Yuridia, Monserrat y Vicky, quienes día con día han buscado la forma de salir de la rutina en el interior del penal.

Yuridia, maltrato y abandono

Los guantes de box dan a Yuridia la fuerza para seguir adelante; tiene la esperanza de volver a ver a sus hijos, pues dos de ellos están en una institución del DIF, y otro más con su familia, pero asegura, le ha dejado claro que no quiere volver a verla.

Está reclusa desde hace cuatro años seis meses acusada de corrupción de menores por drogar a sus tres hijos, su condena es de siete años; sin embargo, anhela llevar una vida mejor junto con su familia e incluso vivir del boxeo.

En el interior del penal, en una cacha ubicada entre paredes con alambrados de púas, Yuridia —mujer de 33 años de edad de tez morena y estatura baja— hace los ejercicios que su entrenador le pone. Durante su entrenamiento no deja de sonreir y todo el tiempo quiere participar en las actividades.

Su risa desaparece cuando habla de su familia. Recuerda que a los 17 años de edad salió de su casa, pues era víctima de violencia; su padrastro la golpeaba constantemente, por lo que prefirió vivir en las calles de la Ciudad de México. Así pasaron 12 años y ahí tuvo a sus tres pequeños.

“El maltrato de parte de mi padrastro fue uno de los motivos que hizo salirme de mi casa, mucho tiempo viví en la calle sola, he aprendido a salir adelante, a lo mejor en un mal camino, porque no me supe guiar, es difícil estar en la calle sola”, comenta con la voz entrecortada.

Admite que le es difícil hablar de su familia, pero que es algo que ha tenido que pensar en la prisión, que la ha hecho reflexionar y ahora trabaja en perdonar al hombre que le hizo daño.

“[Mi padrastro] me pegaba mucho y todo, pero el día de hoy el señor ya falleció y trato de perdonar”, asegura.

Su manera de evadirse es el box; afirma que cuando está entrenando no se siente prisionera, incluso asegura que este tiempo en la cárcel la ha ayudado para seguir adelante.

“La verdad no es muy malo vivir en la prisión como parece, es un lugar de readaptación, he aprendido cosas buenas y malas también, he salido adelante, hoy estudio, curso la prepa, en la calle me quedé hasta tercero de primaria, también he tomado cursos de manualidades, pero lo que más me gusta es el box”, señala.

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