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En la piel de sus torsos unos escribieron frases como “¡¿así sí me ves?!”, otros pintaron sus cuerpos de colores, usaron máscaras, y antifaces, pero la gran mayoría coincidió en desnudarse y rodar a bordo de sus bicicletas para exigir respeto a los automovilistas al compartir las calles.

Visibilización y fragilidad de los ciclistas son los mensajes principales de esta manifestación que nació en Canadá hace 11 años y llegó a México en 2005 con el fin de generar conciencia entre la población para entender que las bicicletas son un medio de transporte más en las ciudades.

“No hay cultura de protección hacia el ciclista, el reglamento está muy bonito, pero en la práctica los automovilistas lo desconocen cuando ven a un ciclista”, comenta Tzuky Mon, ingeniera en electrónica, quien pintó su cuerpo de naranja con manchas negras, como un tigre.

El centro de la capital fue invadido cerca de dos horas por una caravana de personas sin ropa sobre dos ruedas y patines, como parte de una edición más de la Rodada Mundial al Desnudo.

Ante la mirada de policías y de visitantes que formaban largas filas para entrar a la réplica de la Capilla Sixtina, instalada en la explanada del Monumento a la Revolución, cientos de ciclistas desnudos y semidesnudos se congregaron a un costado de este inmueble, sobre la calle Lafragua.

Tras un conteo regresivo, empezaron a pedalear cerca de las 12:30 horas. Entre gritos, consignas al aire, saludos a las cámaras de curiosos que los seguían, se dirigieron al Paseo de la Reforma, una de las avenidas más transitadas de esta ciudad e hicieron una parada en la columna del Ángel de la Independencia.

En esta edición se agregó otro mensaje a la protesta: el del cuidado al medio ambiente, tan polémico este año tras los altos niveles de contaminación del aire y que motivó el endurecimiento a la restricciones vehiculares.

“Estamos viviendo una crisis ambiental, todos lo vemos y hacer esto es una manera de ser consecuentes con al ambiente al pedir que el uso del automotor cada vez sea menor”, afirma Rogelio Salas, uno de los participantes.

“Queremos que la gente vea que en bicicleta, patines, patinetas o caminando podemos ser una alternativa ante los problemas de contaminación y movilidad”, añade el ciclista que se identificó como Daniel.

También unió a los más de 500 participantes el fomento al uso de medios alternativos de transporte así como la exigencia de mayor seguridad y garantías de convivencia en el asfalto.

“¿Has visto las bicis blancas fantasma colgadas en postes?, cada vez aparecen más”, comenta Juan Manuel Martínez al referirse a los vehículos que conmemoran a los ciclistas que murieron arrollados por automotores. “No queremos más bicis blancas”, señala.

Más ciclovías y más biciestacionamientos públicos en lugares seguros, también son parte de las necesidades que en este caso deben cumplir los gobiernos locales para mejorar las condiciones de quienes se desplazan sobre dos ruedas, expresaron los asistentes a la manifestación.

En su recorrido, después de hacer una parada en el Ángel de la Independencia, los ciclistas modificaron la ruta original de 23 kilómetros que pasaría por calles de la colonia Roma así como por Calzada de Tlalpan, y tuvieron que regresar por Reforma, Insurgentes, hasta llegar de vuelta al Monumento a la Revolución.

En la calle Lafragua, bajaron de sus vehículos para tomarse fotos, convivir por unos instantes y descansar para reanudar sus recorridos de regreso. Antes de retirarse esperando a que, ahora sí, sean vistos por quienes circulan en las vialidades de la capital.

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