De acuerdo con un reciente estudio de la Universidad de Cornell, no es la mala preparación lo que cambia el sabor de la comida en un avión, sino el ruido adentro de una cabina claustrofóbica.

En la investigación, 48 personas probaron la comida primero en silencio y después escuchando a través de audífonos 85 decibeles de ruido parecidos al sonido de las turbinas del avión. Así se midieron en una escala los sabores dulces, salados, ácidos y amargos.

Los científicos encontraron que el ruido disminuía los sabores dulces, mientras que intensificaba los sabores salados.

Google News

Noticias según tus intereses