Mourvèdre, Zinfandel, Moscatel, Barbera, Petit Verdot y un sinfín de uvas poco convencionales suenan cada vez más dentro del amplio espectro del vino mexicano contemporáneo. La necesidad de diferenciación, así como el deseo de los consumidores por nuevas experiencias gustativas, son factores que han impulsado el desarrollo de varietales ‘distintos’.
El tema viene a colación –más allá de un fin de semana dedicado al vino nacional–, por una pregunta que me hizo un alumno hace algunos días: “Carlos, ¿cuál es la uva icónica de México?”. En un país en el que se producen más de 70 variedades diferentes, es difícil decirlo.
Si bien cepas como Chenin Blanc, Syrah, Grenache o Malbec, entre muchas otras, cada vez ganan más terreno y entregan mejores resultados, es difícil apuntar hacia una variedad absoluta. Me niego a decir que la Nebbiolo es la uva emblema de México.
La realidad es que la diversidad de cepas cultivadas en territorio nacional sólo puede traducirse en la búsqueda de una identidad propia. Nuevos varietales también representan una oportunidad de despuntar y la posibilidad de distinguirse de las bodegas enfocadas a la Cabernet Sauvignon o la Sauvignon Blanc, uvas mucho más típicas a lo largo del territorio nacional.¿Casos concretos? Hablaba con Joaquín, el alumno en cuestión, de dos etiquetas de Vinícola Torres Alegre y Familia que bien pueden ejemplificar el tema. Primero: La Llave Blanca, un blanco de Sauvignon Blanc, Chenin Blanc y Moscatel, plagado de cítricos y hierbas detrás de un fondo de almendras. Sí, leyó usted bien, Moscatel. Segundo: Cru Garage Grenache, un tinto con 24 meses en barrica, con aromas de frutos rojos y especias, con excelente acidez y taninos pulidísimos. Sí, Grenache.

California en CDMX

Voy a dejar a México en pausa y apuntar brevemente a un tema en coyuntura: el de los vinos de California. Digo en coyuntura, primero, porque hace un par de semanas estos fermentados protagonizaron una interesante exhibición en la CDMX; segundo, porque la antipatía hacia el “producto estadounidense” obliga a dedicarles algunas líneas.
Durante la Cata de Vinos de California, organizada por California Wines, tuve la oportunidad de probar algunas etiquetas de la región. Debo confesar que sorprendió la diversidad de estilos y propuestas que confluyen actualmente en sus franjas productivas. Además de reafirmar que lo que se produce es notable, el ejercicio sirvió para constatar la buena relación precio-calidad que hoy caracteriza a muchos de sus fermentados. Sí, definitivamente conviene darles una oportunidad.

El estilo nacional
El estilo nacional

$499
La Europea
GHOST PINES ZINFANDEL
Zinfandel
Zona de producción: San Joaquín y Sonoma, California
Vista: rojo profundo, con reflejos cereza
Nariz: agradables aromas de zarzamoras maduras, con un fondo de especias, pimienta y ligeros acentos de coco
Boca: intenso, con notas profundas de especias y mermelada de frutos negros, estructurado y largo en boca

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