Han sido semanas agitadas. Por aquí y por allá, bodegueros y promotores del vino han tomado recintos y comedores para ofrecer una mirada profunda a sus creaciones. Para quienes escribimos del tema, este dinamismo representa un serio inconveniente: las líneas nunca son suficientes para describir todas las sorpresas, descubrimientos y hasta desilusiones que uno encuentra allá afuera.

Estuve dándole vueltas al asunto y, al final, decidí apuntar a dos momentos que realmente atraparon mi atención. Empecemos por el principio.
Hace unos días me encontré con Diego Patrón, fundador de Mia Domenicca. ¿La idea?, echarle diente a las múltiples creaciones del chef Lucho Martínez, con quien Diego comparte el proceso creativo del restaurante. Más allá del enfoque al producto de temporada, el eje rector de Mia Domenicca, lo que me pareció sorprendente fue la selección de vinos que confluye en sus mesas. Sin tener una carta orientada a los fermentados nacionales, uno puede encontrar auténticas joyas del terruño mexicano, como el Venus de Cava Maciel, un blanco de Chardonnay y Sauvignon Blanc capaz de excitar, literalmente, con sus intensos aromas de miel y flores blancas. ¡Chulada!

Constatar la evolución de una de las grandes zonas productivas del mundo también es digno de mencionar. La semana pasada asistí al Seminario y cata profesional de Vinos de Chianti, dirigido por Luca António Alves, del Consorzio del Chianti D.O.C.G., y los sommeliers Georgina Estrada y Luis Morones. Debo confesarle que nunca había sido un apasionado de la denominación de origen italiana; algo en estos caldos de Sangiovese (predominantemente), producidos en los territorios de Arezzo, Florencia, Pisa, Pistoya, Prato y Siena, no me terminaba de encantar. Lo digo en pasado porque el ejercicio renovó mi interés.
Durante la cata, Luca habló de una “nueva cara del Chianti”, hoy enfocado en la calidad por encima del volumen. El concepto fue evidente al probar ejemplares de los siete territorios del Chianti: vinos de estilo contemporáneo, menos pronunciados en acidez, con taninos suaves y gran frutalidad. ¿A destacar?, el Chianti Colli Aretini de Mannucci Droandi, un Sangiovese con Canaiolo y uvas nativas, repleto de frutos rojos y balsámicos, con acidez vibrante y larguísima persistencia. Si lo ve, échele mano.

La nueva cara de los vinos de Chianti
La nueva cara de los vinos de Chianti

$250
@suelorojoenoteca
Cava Maciel Venus
Chardonnay y Sauvignon Blanc
Zona de producción: Ensenada, Baja California
Vista: dorado pálido con reflejos verdosos, limpio y brillante 
Nariz: intensos aromas de manzana, cítricos y pera, así como flores blancas y profundas notas de panal de abeja 
Boca: intenso y profundo, con carácter frutal y excelente acidez. Final largo y amable, con matices amargos muy agradable

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