Ciertas civilizaciones antiguas, como la judía, la asociaban con ideas de abundancia y fertilidad; mientras que los romanos la consideraban un alimento esencial en la dieta y un artículo fundamental para el comercio. Y no es sorpresa, pues con ella se obtienen numerosos productos como la mantequilla, el queso, el yogur, el requesón, la crema, etc.
¿Animal o vegetal? Actualmente existe un debate acerca de qué tan saludable es el consumo de la leche de origen animal en la edad adulta. Hay defensores y detractores de la leche, pues alrededor de su explotación industrial surgen temas como el trato del animal y la adición de hormonas; así como la intolerancia a la lactosa. Sin embargo, para aquellos que no pueden vivir sin un vaso frío de leche, pero desean otras opciones, aquí un poco de información.

Leche de origen animal

Es uno de los productos más nutritivos: del 30% de su materia nitrogenada, el 95% es proteína. En los países asiáticos, la leche de búfala es sagrada.


Leche de almendra

Un excelente sustituto de la leche de origen animal. Remoja las almendras peladas una noche; licúa con agua, endulza a tu gusto y cuela con un paño.


Leche de coco

Rica en vitaminas C, E y B6, y no es lo mismo que el agua de coco, pues ésta se prepara con la pulpa remojada en agua tibia. Cien gramos contienen 154 kcal.


Leche de arroz

Estimula el sistema inmunológico y es rica en carbohidratos, aunque baja en proteína.

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